De este modo, el Pontífice destacó que "los Gálatas se encontraban en una situación de crisis. ¿Qué tenían que hacer? ¿Escuchar y seguir lo que Pablo les había predicado, o escuchar a los nuevos predicadores que le acusaban? Es fácil imaginar el estado de incertidumbre que animaba sus corazones".
"Para ellos, haber conocido a Jesús y creído en la obra de salvación realizada con su muerte y resurrección, era realmente el inicio de una vida nueva, de una vida de libertad. Habían emprendido un recorrido que les permitía ser finalmente libres, no obstante, su historia fuera tejida por muchas formas de violenta esclavitud, no menos importante la que les sometía al emperador de Roma. Por tanto, delante de las críticas de nuevos predicadores, se sentían perdidos e inciertos sobre cómo comportarse, pero ¿quién tiene razón? ¿Pablo o esta gente que viene ahora enseñando otras cosas? ¿A quién hacer caso? En resumen, ¡había mucho en juego!", advirtió el Papa.
En este sentido, el Santo Padre explicó la narración de la Carta a los Gálatas "no está lejos de la experiencia que diversos cristianos viven en nuestros días" porque "no faltan tampoco hoy, de hecho, predicadores que, sobre todo a través de los nuevos medios de comunicación, no se presentan en primer lugar para anunciar el Evangelio de Dios que ama al hombre en Jesús Crucificado y Resucitado, sino para reiterar con insistencia, como auténticos custodios de la verdad, así se llaman ellos, cuál es la mejor manera de ser cristianos. Con fuerza afirman que el cristiano verdadero es al que ellos están vinculados, a menudo identificado con ciertas formas del pasado, y que la solución a las crisis actuales es volver atrás para no perder la genuinidad de la fe".
De este modo, el Papa añadió que "también hoy, como entonces, está la tentación de encerrarse en algunas certezas adquiridas en tradiciones pasadas" y explicó que un modo de reconocer "es la rigidez, delante a la predicación del Evangelio que nos hace libres, que nos hace alegres, estos son rígidos, siempre con la rigidez, se debe hacer esto, se debe hacer otra cosa, la rigidez es propio de esta gente".
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Por ello, el Santo Padre invitó a seguir la enseñanza de San Pablo en la Carta a los Gálatas que "nos hará bien para comprender qué camino seguir" porque se trata del "camino liberador y siempre nuevo de Jesús Crucificado y Resucitado".
"Es el camino del anuncio, que se realiza a través de la humildad y la fraternidad; los nuevos predicadores no conocen qué es la humildad, qué es la fraternidad, es el camino de la confianza mansa y obediente; los nuevos predicadores no conocen la mansedumbre ni la obediencia, y esta vía mansa y obediente va hacia adelante en la certeza de que el Espíritu Santo obra en todos los tiempos de la Iglesia. En última instancia, la fe en el Espíritu Santo presente en la Iglesia nos lleva hacia adelante y nos salvará", concluyó el Santo Padre.
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