"Sé que mi sucesor, el P. (Juan Antonio) Guerrero es un hombre competente y honesto. Creo que los desafíos particulares del Óbolo de San Pedro son claramente visibles, algo no menor a la disminución de donaciones. Y, con el favor de Dios, esto se enfrentará", aseguró.
En otro pasaje de su diario, el Cardenal habla sobre el valor del sufrimiento redentor y algunas figuras de las Escrituras y la historia de la Iglesia a las que se acercó durante su tiempo en prisión, y sus pensamientos sobre el futuro de la Iglesia.
Sobre el sufrimiento redentor, "he citado a Karl Marx, quien tuvo un terrible ataque de forúnculos y él lamentaba el hecho de que no tenía un dios a quien ofrecerle su sufrimiento. Él sabía lo que le faltaba. Si no hay Dios, no hay sentido en el sufrimiento", indicó el Cardenal Pell.
"Pero si sigues una religión en la que crees que la redención se vio afectada y generada por el sufrimiento y muerte de un joven, Dios, hace 2 mil años, y que puedes unir nuestro sufrimiento con el suyo, entonces allí hay una diferencia radical", subrayó.
El Purpurado australiano comentó además que en su tiempo en prisión se acercó a algunas figuras católicas históricas y bíblicas como el profeta Elías: "Él salvó el monoteísmo en un momento en el que pasaba por problemas desesperados. Como símbolo y salvaguarda para nuestro tiempo y el mundo occidental, su papel es muy, muy obvio".
El Cardenal Pell también se refirió al fallecido Cardenal vietnamita Francis Xavier Nguyen Van Thuan como un modelo para él. El Cardenal Van Thuan pasó 13 años en prisión, incluyendo nueve años en confinamiento solitario, bajo el régimen comunista de Vietnam.
El Cardenal Pell también habla sobre San Juan Fisher y Santo Tomás Moro como figuras de las que ha aprendido, así como del sacerdote estadounidense Walter Ciszek, que estuvo 23 años en prisiones y campos de trabajo forzoso en la Unión Soviética.
Sobre la imposibilidad de celebrar Misa en su tiempo en prisión, el Cardenal Pell dijo a CNA que "fue doloroso. Y lo sentí más en algunas ocasiones que en otras, como durante las grandes fiestas como la Pascua, Pentecostés y Navidad"
"También sabía que Dios no me había abandonado porque no podía celebrar Misa", agregó, resaltando que sí se le permitió conservar su breviario o libro de oraciones y ver las misas dominicales por la mañana y algunos servicios desde la cárcel.
Su experiencia sin Misa fue un "paralelo exacto" a lo que han sufrido muchos católicos durante la pandemia del coronavirus con las iglesias cerradas, comentó.
En su diario, el Cardenal Pell también habla sobre la caída de la asistencia a Misa en la Iglesia y advierte sobre el reemplazo de la doctrina católica con "enseñanzas paganas".
"No hemos sido lo suficientemente explícitos sobre Dios. No hemos hablado sobre el amor de Dios, sobre la importancia de eso, de Dios como creador, de Dios como juez", indicó el Purpurado y añadió que "la dimensión vertical se ha debilitado".
Ante este problema, el Cardenal propone la adoración eucarística como antídoto.
"Creo que esa es una razón por la cual la adoración ante el Santísimo Sacramento es tan importante. Y creo que una razón por la cual es tan popular entre los católicos jóvenes es precisamente porque los abre a la trascendencia, a avanzar hacia la dirección de Dios cuando muchos en la sociedad a su alrededor están distraídos y se mantienen en un nivel horizontal", subrayó el Cardenal Pell.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
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