VATICANO,
Al rezar el Angelus en la Plaza San Pedro, el Papa Juan Pablo II aseguró que la Cuaresma es un tiempo especial de oración y precisó que “rezar, de hecho, significa sumergirse con el espíritu en Dios, en actitud de humilde adhesión a su voluntad”.
“Todos los años, en preparación de la Pascua, la Cuaresma nos invita a seguir a Cristo en el misterio de su oración, manantial de luz y de fuerza en la hora de la prueba”, señaló.
De oración, agregó, como “abandono confiado en Dios deriva la luz interior que transfigura al hombre, haciendo de él un testigo de la resurrección. Pero esto sólo puede tener lugar si se escucha y se sigue a Cristo fielmente hasta la pasión y la cruz. Por tanto, tenemos que mirarle a Él, ‘porque sólo en Él, Hijo de Dios, hay salvación’”.
El Pontífice reflexionó sobre el Evangelio de la Transfiguración de Cristo, que caracteriza al segundo domingo de Cuaresma. “El evangelista Lucas subraya que Jesús se transfiguró ‘mientras oraba’ en la cumbre de un monte elevado, sumergido en el diálogo íntimo y profundo con Dios Padre. De su persona se irradia una luz fulgurante, anticipación de la gloria de la resurrección”, indicó.
También recordó, que hizo esta exhortación “al mundo entero hace 25 años, precisamente al inicio de la Cuaresma, en la encíclica Redemptor hominis. Si el ser humano quiere comprenderse a sí mismo hasta el fondo, escribía entonces, tiene que acercarse a Cristo, tiene que entrar en Él, debe ‘apropiarse’ y asimilar toda la realidad de la Redención. ¡Cuánta actualidad sigue teniendo hoy esta verdad!”
El Papa pidió que “la Virgen Madre del Redentor nos ayude a volver a comenzar desde Cristo para construir un mundo que esté realmente a la medida del hombre”.