El famoso teólogo español José Antonio Fortea dio algunas luces sobre el polémico Camino sinodal de la Iglesia en Alemania y reflexionó sobre lo que el mártir Santo Tomás Moro les diría ahora, luego que desafiando la prohibición del Vaticano sacerdotes y agentes pastorales bendijeron este lunes a parejas homosexuales.
Santo Tomás Moro fue decapitado en 1535 tras rechazar la autoridad del rey Enrique VIII como cabeza de la Iglesia anglicana, y que obtuvo con sobornos la anulación de su matrimonio para casarse con otra mujer. El santo abogado y el Obispo San Juan Fisher murieron defendiendo la verdad de la Iglesia sobre estos asuntos.
El Padre Fortea afirmó que "Moro podría haber tomado la palabra en el sínodo alemán y haber dicho lo que explicó a sus jueces: 'Este reino, no siendo nada más que un miembro y una parte pequeña de la Iglesia, no podía hacer una ley que no estuviera de acuerdo con la ley general de la Iglesia Católica y universal de Cristo; como tampoco la ciudad de Londres, no siendo nada más que un pobre miembro con respecto a todo el reino, hacer una ley que obligara a todo el reino en contra de una ley del Parlamento'".
Asimismo, el teólogo español aseguró que "Tomás Moro podría repetir a los obispos alemanes que quieran cambiar la doctrina universal y constante de la Iglesia, lo mismo que dijo en el siglo XVI: 'Y digo además que vuestra ley ha sido mal hecha, porque vosotros habéis hecho profesión y habéis jurado no hacer nada en contra de la Iglesia, la cual es una sola, íntegra e indivisa en toda la cristiandad, y vosotros no tenéis autoridad alguna, sin el consentimiento de los otros cristianos, para hacer una ley o acto del Parlamento contra la dicha unión de la cristiandad'".
El Padre Fortea resaltó que "el martirio de ese santo arroja cierta luz sobre la cuestión del sínodo alemán actual", que debate actualmente la distribución del poder en la Iglesia, la sexualidad y las relaciones, el "servicio sacerdotal" y el papel de las mujeres.
El teólogo español recordó que en 1531, cuando el rey Enrique VIII presionó a los obispos para que lo declararan cabeza de la Iglesia, estos cedieron por "cobardía", pero indicaron en un documento que el monarca lo sería "hasta donde lo permite la ley de Cristo".