Para mayo de 2021, debido a la crisis provocada por la pandemia COVID-19, no se realizó la procesión que, según la tradición, la tarde del sábado anterior al primer domingo de mayo, siempre se trasladaba la sangre y el busto del santo patrono de Nápoles y Campania de la catedral a la iglesia de Santa Chiara.
Por los motivos mencionados, incluso en el aniversario de este año solo se celebró la Eucarística en la Catedral, con la presencia de 200 personas y una transmisión televisiva y web.
En su homilía, el Arzobispo de Nápoles, Mons. Domenico Battaglia, expresó que "si la liturgia de hoy no puede desarrollarse por las calles de Nápoles", entonces "son las calles de Nápoles, con sus habitantes y las mil historias de los callejones y barrios, que hacen su entrada en esta iglesia catedral través de nuestra oración y nuestro recuerdo".
"Hermanos y hermanas, hoy les ruego no ceder a la tentación de pararse en el umbral de la superficie, intrigados por el prodigio, presos del deseo de leer en él buenos deseos o presagios nefastos para nuestro futuro: la sangre, ya sea que se licué o permanezca en su santidad inalterada, nos debe remitir a la sangre de Cristo, en cuyo misterio pascual nos encontramos todavía y que es el único que da sentido al gran e intenso icono de la sangre que se licúa, para recordar que está siempre vivo en el sufrimiento y en la esperanza de todos los hombres y mujeres que son salvados por Jesús", reflexionó el arzobispo.
Más adelante, aseguró que la "sangre de los mártires no es una pieza de museo ni una simple reliquia para ser atesorada sino que es un signo vivo del hoy que se nos da, una clara indicación para este tiempo que estamos llamados a vivir, una profecía del camino en el que debemos vivir y una clara referencia a aquello por lo que vale la pena morir".
"Como discípulos del Resucitado, aprendamos, pues, a leer juntos, sin miedos anacrónicos, las poderosas 'señales' que nos muestra esta sangre y a ponernos en marcha junto a los mártires de todo lugar y de cada época, por los caminos evangélicos, siendo testigos de una fidelidad a Dios que se hace creíble por el servicio al hombre vivido sin reservas", continuó.