21 de noviembre de 2024 Donar
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Religiosas renuevan su voto de caridad en la Fiesta de la Divina Misericordia

Hermana Noelia Haring firmando su voto de caridad. Crédito: Cortesía de Hermanas de Don Orione.

En la Fiesta de la Divina Misericordia, las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad celebraron en unos 20 países la renovación de su IV Voto de Caridad, un compromiso para llevar el amor y evangelio de Cristo a los más necesitados del mundo.

En declaraciones a ACI Prensa, Sor Mabel Spagnuolo, la Madre General, explicó que todas las hermanas de las congregaciones religiosas tienen tres votos: pobreza, obediencia y castidad, y que el cuarto voto de "caridad" nació como un deseo de su fundador San Luis Orione.

Sor Mabel explicó que más o menos en 1935, el santo escribió las primeras normas de la congregación y junto a ellas, expresó su deseo de instaurar el cuarto voto de la caridad, a fin de que las religiosas vivan las obras de misericordia y lleven a Cristo y al Papa por el mundo.

No obstante, dijo que en aquella época de la Iglesia "no se podían hacer cuartos votos", por eso, la congregación no pudo cumplir el deseo de su fundador en ese momento. Sin embargo, en marzo de 1976 se redescubrió el manuscrito de San Orione, y la congregación inició un camino de catequesis en el que se profundizó en sus palabras.

Como era otro tiempo, la Iglesia permitió a la congregación hacer el cuarto voto. "Las [primeras] hermanas que hicieron el voto de caridad lo hicieron de manos de San Juan Pablo II y fue alrededor de 1978, 1979 más o menos […] de ahí en adelante todas lo vamos haciendo cuando se hacen los votos religiosos", dijo Sor Mabel.

La renovación del cuarto voto de caridad se celebró en los cuatro continentes. Sor Mabel explicó que "esta fue una propuesta del IV capítulo general de 2017", pues "se vio la necesidad de renovarlo, de volver a refrescarlo, profundizarlo". Ese año se inició una catequesis sobre el cuarto voto que tenía como fin culminar con su renovación en 2020.

La pandemia: Renovar la entrega a Dios en la dificultad

Si bien se planificó cerrar este periodo de catequesis en la Fiesta de la Divina Misericordia de 2020, la pandemia del COVID-19 impidió que la congregación pueda realizarlo y se pospuso para este año.

"Sentíamos que estábamos en el momento justo […] en esta fiesta de 2021 toda la congregación renovó este aspecto específico, característico de nuestra identidad en la Iglesia: el IV voto de caridad", dijo la Superiora Provincial, sor Adriana Zbicajnik a ACI Prensa.

Explicó que eligieron la fiesta de la Divina Misericordia porque era la fecha más oportuna. "Es el día que se celebra el amor desbordante de Dios, que es la misericordia, y la caridad se traduce en obras de misericordia corporales y espirituales", señaló.

Además, "nos pareció que era un lindo culto a Jesús misericordioso, una ofrenda a su amor que se retroalimenta también del amor de Jesús. Por eso fue elegida esta fiesta", agregó.

Sobre la pandemia, sor Adriana recordó que "Dios está y seguramente nos está bendiciendo, porque siempre Dios bendice y seguramente algo está creando en nosotros y en la humanidad, que todavía no lo vemos. Estamos atravesando la prueba".

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En medio del miedo, experimentamos "una experiencia muy fuerte en que dependemos de un cuidado que nos trasciende. La ayuda tiene que venir de aquel que nos sostiene", aseguró.

"Así que es un tiempo para hacer más profunda nuestra fe en Dios y creo que eso da una fortaleza que es mucho más que la salud del cuerpo. […] Entonces vamos a poder atravesar este momento histórico serenos y madurar algo que Dios nos está preparando", agregó.

La caridad como identidad y tarea

La celebración se realizó el 10 de abril, en las vísperas de la Fiesta de la Divina Misericordia. Las religiosas de todas las comunidades en el mundo se unieron por medios virtuales con la Madre General, que las invitó como su fundador a "llevar en nosotras la música profunda y sagrada de la caridad", y así "ofrecer al mundo esa sinfonía del amor", dijo sor Adriana a ACI Prensa.

Relató que en el día central, las religiosas de todas las comunidades desde Filipinas hasta Paraguay, enviaron desde muy temprano fotografías, videos y compartieron experiencias sobre cómo celebraron la renovación de sus votos. "Fuimos recorriendo todas las comunidades y nos sentimos muy unidas. Hoy los medios virtuales nos permiten unirnos también en esto", señaló.

Sor Mabel y sor Adriana renovaron su voto de caridad durante la Misa ofrecida por el Obispo Auxiliar de Buenos Aires, Mons. Ernesto Giobando, en la casa provincial en Argentina.

"Recuerden que el nombre que les ha dado el fundador encierra toda una identidad pero además una tarea", fue la frase del Prelado que más caló en el corazón de su comunidad, dijo sor Adriana.

Al respecto, explicó que a su fundador le gustaba llamarlas "pequeñas", porque si bien él hacía obras grandes, "le gustaba ponerlas bajo ese nombre, porque el único que hace obras grandes es Dios, lo demás son nuestros pequeños gestos".

"Lo importante para un consagrado no es hacer las cosas solo a nombre personal. Nosotras quisimos hacer esto [la renovación del cuarto voto de caridad] en el Día de la Misericordia a nombre de la Iglesia y a nombre de la humanidad", dijo.

"También, decirle a Dios que también nosotras queremos responder a sus gestos de amor. Entonces es verdad que un religioso toma un compromiso personal, los votos son personales, pero el gesto grande de toda la familia religiosa abraza a la humanidad", agregó.

La renovación es una "lluvia de gracia"

Sor Mabel dijo a ACI Prensa que "cuando se hace la profesión, hay una fórmula que todas tenemos que decir y ya después, se firma sobre el altar", gesto que "tiene un significado muy profundo, muy sagrado" al ser "el compromiso de amor y alianza esponsal que hacemos con el Señor".

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Sor Adriana dijo que uno de los momentos más emocionantes de la celebración fue el "ver a las hermanas mayores acercarse al altar con sus sillas de ruedas para poner su firma en la fórmula de la renovación del cuarto voto de caridad".

Además, dijo que en Argentina tienen una casa donde se cuida de las hermanas mayores, que en el pasado fueron grandes misioneras y que ahora tienen limitaciones físicas, pero "su corazón es grande y todavía está lleno de fuerzas para amar a Dios y las personas".

Dentro de la casa, hay un sector donde se encuentran las religiosas con mayor dependencia. "Allí también acompañamos a nuestras hermanas que están con los límites del cuerpo y de la mente; es decir, con problemas neurológicos, a hacer su renovación", señaló.

De todas ellas destacó a sor Lelia Rodríguez de 102 años. "Fue particularmente emocionante escucharla desde su lecho, desde su cama, emocionada, pronunciar su fórmula de renovación y firmarla en manos de la Madre General", dijo Sor Adriana.

Para la hermana Tamara Mará, de 36 años, la más joven de la casa provincial en Argentina, ver a sor Lelia renovar sus votos fue un mensaje claro del Señor.

"Dios me demuestra una vez más que es el mejor pedagogo: a unos pocos pasos de dar mi sí para toda la vida en esta Congregación, me hizo ver que los años no pasan en vano cuando se viven en su amor y en la donación a los más pobres y que, aunque el cuerpo muestre las marcas del tiempo, el corazón puede conservarse siempre joven si está colmado de su caridad", dijo.

"Lo más importante para nosotras era celebrar el amor de Dios y nuestra respuesta a Él, renovarla, apoyadas en su fidelidad", dijo sor Adriana.

Para sor Mabel, ese día fue un momento memorable. Primero, porque "hace 22 años que salí de Argentina y que estoy en Italia, y la verdad que fue algo muy lindo, muy fuerte, muy emotivo, renovar este compromiso de caridad en esta casa aquí en Buenos Aires", en especial, "en este momento histórico donde la pandemia nos llama y nos pone muchos desafíos a la caridad".

Además, dijo que bajo su responsabilidad como Madre General "fue muy emocionante" y "fuerte" recibir los mensajes de las hermanas de todas las comunidades. "Fue como sentir una enorme lluvia de gracia que estaba cayendo sobre toda la congregación" y que la ofrenda de las pequeñas hermanas era "como ese incienso de amor que sube al cielo", aseguró.

Por su parte, sor Adriana dijo que "cada vez estoy más convencida de la necesidad de renovar porque las personas no somos capaces de actos totales, de permanecer así en plenitud, sino que siempre tenemos que hacer nuevo sobre todo las decisiones más grandes".

La renovación fue para ella un momento "para volverme a centrar en los más importante de mi vida y del llamado que Dios me hace. Así que fue un día muy feliz", dijo.

No tengas miedo, serás feliz

Para sor Mabel, la renovación del cuarto voto de caridad es un signo de que "Dios tiene preparado tantos frutos en cada una de nosotras". La religiosa dijo a ACI Prensa que a la fecha son cerca de 600 religiosas y que si bien es un gran número, "para todos los campos que hay para anunciar el Evangelio necesitamos más fuerzas".

Las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, también llamadas Hermanas de Don Orione, es una congregación religiosa fundada en 1915 en Italia. En la actualidad la casa principal está en Roma y cuentan con 140 comunidades en cerca de 20 países de Europa, América, Asia y África.

Su misión es "personificar la maternidad de Dios, mediante las obras de Caridad y la enseñanza de la catequesis", especialmente con las personas que se alejan de la Iglesia. San Orione "nos decía que la forma más clara que toda cultura, que todos comprendan [el Evangelio] son las obras de caridad que hacen sentir el amor de Dios", dijo Sor Mabel.

Las obras de caridad son diversas y surgen de acuerdo a la realidad de cada país. Entre ellas están los cottolengos  para personas con discapacidad, hogares para ancianos, obras educativas como escuelas a todos los niveles, servicios de promoción humana para mamás solteras, internados para niños y obras misioneras de evangelización, sobre todo en las zonas de frontera.

Citando las palabras de San Juan Pablo II, la Madre General invitó a las jóvenes y no tan jóvenes interesadas en la vocación religiosa a seguir el llamado de Dios sin miedo.

"No tengan miedo de abrirle las puertas del corazón de par en par a Cristo, porque Jesús nunca defrauda y es Él el que llama. Entonces, no tengan miedo de recibir esa llamada y de responder, porque Jesús es capaz de hacernos felices y nos hace felices en el recibirlo y en el donarlo, y esto, a través de la vocación de las Pequeñas Misioneras de la Caridad, lo realizamos plenamente, tratando de encarnar en nuestra vida el amor a Dios y a los demás", dijo.

Como dijo San Orione "hay que dar la vida cantando al amor" y esto quiere decir que "la vida religiosa es también alegría, y es la alegría de tener a Jesús y de pertenecerle. Entonces, no tener miedo de entregar la vida, porque Jesús da lo que pide y cuando nos entregamos a Él todo después se hace más simple, más fácil y realmente nos llena el corazón", concluyó.

 

 

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