El influyente y controvertido teólogo suizo Hans Küng, que sirvió como asesor durante el Concilio Vaticano II pero que en distintas ocasiones se opuso a la doctrina católica, falleció este martes 6 de abril a los 93 años.
Las tensiones que siguieron al Concilio culminaron en 1979 con una declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) que precisó que Küng "ha faltado a la integridad de la verdad de la fe católica, y por tanto que no puede ser considerado como teólogo católico y que no puede ejercer como tal el oficio de enseñar".
En la declaración se recuerda que ya en 1975 la CDF indicó que "algunas opiniones del profesor Hans Küng se oponen en mayor o menor grado a la doctrina de la Iglesia católica, que todos los fieles están obligados a mantener", como "aquellas que se refieren al dogma de la infalibilidad en la Iglesia y a la función de interpretar auténticamente el único sagrado depósito de la Palabra de Dios, encomendado exclusivamente al Magisterio vivo de la Iglesia, como también la opinión relativa a la válida consagración de la Eucaristía".
Desde la década de 1990, Küng acuñó la idea de una "ética global", enfatizando los valores éticos comunes en las principales religiones del mundo.
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Mons. Georg Bätzing, dijo este martes que "con la muerte del profesor y Dr. Hans Küng, la academia teológica pierde un renombrado y controvertido investigador".
"En su trabajo como sacerdote y académico, Hans Küng se preocupó por hacer entendible el mensaje del Evangelio y para darle un lugar en la vida de los fieles", continuó el Prelado alemán.