Ante la detención preventiva de quien fue la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, junto a otros funcionarios de gobierno, la Conferencia Episcopal exhortó al Estado a "desistir del control total del poder, de la revancha y la persecución".
En noviembre de 2019 la entonces vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, asumió como presidenta interina de Bolivia tras la abrupta salida de Evo Morales del poder el 10 de noviembre de ese año.
Morales fue acusado de fraude electoral tras convocar a unas nuevas elecciones luego de los controvertidos comicios del 20 de octubre de 2019. Su objetivo era lograr su cuarto periodo consecutivo como presidente.
Sin embargo, tras un duro informe de la OEA sobre las elecciones de octubre, Morales renunció el 10 de noviembre de 2019 y recibió asilo en México y luego en Argentina.
En Bolivia, durante la gestión de Áñez la crisis política se agudizó y, con la llegada de la pandemia del coronavirus, el país se sumió en una crisis económica.
Un año después de la salida de Morales, Áñez entregó el cargo a quien resultó ganador de las elecciones presidenciales, Luis Arce, del partido Movimiento Al Socialismo (MAS), agrupación de Morales.