El Papa Francisco alentó en este tercer domingo de Cuaresma a limpiar el corazón de las falsas seguridades que lo ensucian como la hipocresía, el poder o el dinero.
"El corazón se limpia, se ordena, se purifica. ¿De qué? De las falsedades que lo ensucian, de la doblez de la hipocresía; todos las tenemos, todos. Son enfermedades que lastiman el corazón, que enturbian la vida, la hacen doble", afirmó el Santo Padre en la homilía de la Misa que presidió este domingo en el estadio Francis Harari en Erbil, en la región del Kurdistán iraquí.
"Necesitamos ser limpiados de nuestras falsas seguridades, que regatean la fe en Dios con cosas que pasan, con las conveniencias del momento. Necesitamos eliminar de nuestro corazón y de la Iglesia las nefastas sugestiones del poder y del dinero", subrayó.
El Papa Francisco explicó luego que "para limpiar el corazón necesitamos ensuciarnos las manos, sentirnos responsables y no quedarnos de brazos cruzados mientras el hermano y la hermana sufren. Pero, ¿cómo purificar el corazón? Solos no somos capaces, necesitamos a Jesús. Él tiene el poder de vencer nuestros males, de curar nuestras enfermedades, de restaurar el templo de nuestro corazón".
Sobre el Evangelio de este domingo en el que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, el Santo Padre dijo que "Jesús hizo ese gesto tan fuerte y tan provocador" porque "el Padre lo mandó a purificar el templo, no soolo el templo de piedra, sino sobre todo el de nuestro corazón".
"Como Jesús no toleró que la casa de su Padre se convirtiera en un mercado (cf. Jn 2,16), del mismo modo desea que nuestro corazón no sea un lugar de agitación, desorden y confusión".