VATICANO,
El Papa Juan Pablo II comenzó la Cuaresma con un llamado a los católicos para que vivan este tiempo como un “camino de oración, de penitencia y de auténtico ascetismo cristiano”.
El Santo Padre presidió esta mañana en la basílica vaticana la celebración de la Palabra, durante la que se bendijo e impuso la ceniza.
En su homilía, señaló que “los gestos exteriores de penitencia tienen valor si expresan una actitud interior, si manifiestan la firme voluntad de alejarse del mal y recorrer el camino del bien”.
“Aquí está el sentido profundo del ascetismo cristiano. ‘Ascetismo’: la misma palabra evoca la imagen de subir hacia metas elevadas. Esto conlleva necesariamente sacrificios y renuncias. Para llegar a ser auténticos discípulos de Cristo hay que renunciar a uno mismo, tomar la propia cruz cada día y seguirle. Es el sendero arduo de la santidad, que cada bautizado está llamado a recorrer”, indicó.
El Papa recordó que la Cuaresma comienza con la imposición de la ceniza, “gesto austero penitencial, tan estimado por la tradición cristiana” que “subraya la conciencia del ser humano pecador frente a la majestad y a la santidad de Dios. Al mismo tiempo, manifiesta su disponibilidad para acoger y traducir la adhesión al Evangelio en decisiones concretas”.
Asimismo, precisó que la Iglesia indica varios medios para caminar por esta vía: “en primer lugar, la adhesión humilde y dócil al querer de Dios, acompañada de una oración incesante; son las formas penitenciales típicas de la tradición cristiana, como la abstinencia, el ayuno, la mortificación y la renuncia a bienes de por sí legítimos; son los gestos concretos de acogida para con el prójimo, que la página del Evangelio de hoy evoca con la palabra ‘limosna’”.