27 de diciembre de 2024 Donar
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COVID-19 nos recuerda que no somos autosuficientes y necesitamos de Dios, dice sacerdote

Imagen referencial. Crédito: Ben White / Unsplash.

El P. Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de la Arquidiócesis Primada de México, señaló que la pandemia de coronavirus COVID-19 nos debe recordar a los cristianos que "la ciencia no lo ha resuelto todo, nunca seremos autosuficientes, necesitamos siempre de Dios, de su providencia y su misericordia".

En diálogo con ACI Prensa, el P. Valdemar señaló que los cristianos debemos reaccionar ante la pandemia "viviendo más intensamente con la conciencia de que somos polvo. Basta un invisible virus para poner en jaque a la humanidad y que se pierdan cientos de miles de vidas".

"Estamos llamados a arrepentirnos y a ajustar nuestra vida a las exigencias de Dios, a convertirnos al Evangelio, y también ser cercanos y misericordiosos con los que sufren pobreza, desempleo y la pérdida de sus seres queridos", expresó.

Además, es importante "rezar especialmente por los que han muerto en la pandemia y por los médicos y el personal sanitario. Sería una buena obra de misericordia".

Según la universidad especializada en medicina, Johns Hopkins, al 2 de marzo suman más de 114 millones de casos confirmados de COVID-19 en todo el mundo. Además, se han registrado más de 2,5 millones de muertes a causa de la pandemia.

La crisis de salud, continuó el P. Valdemar, nos llama a "levantar la mirada a los bienes de arriba donde está Dios, como bien lo decía San Pablo. Debemos entender que la vida más importante no es esta, no es este mundo, sino que la vida que realmente importa viene después de esta".

El sacerdote mexicano criticó las restricciones al culto impuestas en diversas partes del mundo a causa del COVID-19, porque "la afectación es gravísima, pues la Iglesia vive de la Palabra de Dios y de los sacramentos, sobre todo de la Eucaristía. Jesús dijo con toda claridad: 'El que me come vivirá por Mí'".

"Y es justamente del pan de la Palabra y de la Eucaristía que se le ha privado al pueblo de Dios. Es imposible pensar que no hay un detrimento en la vida espiritual de los fieles después de un año de ayuno obligatorio", dijo.

El P. Valdemar dijo que "el pueblo de Dios está anémico y solo Dios sabe en cuántos fieles la fe se ha extinguido, pues la vivencia de la fe no se circunscribe a la piedad personal o individual, sino a la vivencia comunitaria. Somos un cuerpo, el cuerpo místico de Cristo, en el que todos debemos estar unidos en la vivencia de la fe y la participación física, no virtual".

El sacerdote subrayó que "la vida espiritual del creyente es el antídoto contra la muerte. No contra la muerte física, que es relativa y es solo un paso, sino contra la muerte eterna o también llamada 'segunda muerte', que es la condenación eterna".

"Jesús nos lo dijo muy claro: 'No tengan miedo a los que matan el cuerpo, sino a los que puedan matar su alma y llevarlos al lugar del castigo'".

"Un verdadero creyente no le tiene miedo a la muerte. A lo sumo, un miedo que es natural y que Dios nos lo ha puesto como instinto de sobrevivencia. Pero si estamos en paz con Dios y con los demás no hay razón para tener miedo a morir", continuó.

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El P. Valdemar señaló que en este tiempo de pandemia de COVID-19 "me he encontrado con dos tipos de personas: las que están aterradas y sufren terriblemente como si fueran a morir sin esperanza, y personas que tienen fe y no tienen miedo a morir porque saben que esta vida es apenas un soplo, mientras que la otra vida es verdadera y es eterna al lado de Dios. Y la fe es lo que los hace no tener miedo".

La enfermedad y la muerte a causa de la pandemia, indicó el sacerdote mexicano, "solo podemos mirarlas a través de la Cruz. En la Cruz de Cristo, la enfermedad y la muerte adquieren sentido".

La enfermedad cobra sentido en la Cruz de Cristo, indicó, "porque nos une a su sufrimiento y, si la aceptamos con paz, sirve para nuestra propia purificación y santificación. Además que puede servir para la conversión de los pecadores".

La muerte, por su parte, "es una consecuencia amarga del pecado. Es un paso necesario, una pascua, porque Cristo con su muerte venció la muerte y nos abrió las puertas del Cielo y la salvación, por lo que la  muerte física es solo un paso. Duro, sí, amargo, sí, doloroso también, pero necesario para poder vivir con Cristo eternamente".

Para el P. Valdemar, quienes se acostumbran a la celebración de la Eucaristía a pesar de poder asistir físicamente, respetando los cuidados sanitarios pertinentes, deben fortalecer su fe y no pensar "como los paganos, para quienes lo más importante es preservar esta vida a costa de lo que sea".

"En realidad debemos vivir aquello que Jesús nos dijo: 'El que pretenda salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por Mí y el Evangelio se salvará'".

"Al fondo, con esta pandemia ha salido a relucir una escandalosa falta de fe, sobre todo en muchos obispos y sacerdotes que se han acobardado y se han negado a arriesgar la vida por sus ovejas, y las han privado de los sacramentos", lamentó.

La Iglesia, finalizó, "necesita recuperar su naturaleza sobrenatural y su fin que no es el bienestar de esta vida o salvar el planeta, sino salvar las almas".

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