El 24 de febrero, el Consejo de Presidencia de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana se solidarizó con las familias de los reos que fallecieron producto de una reciente ola de violencia al interior de varias cárceles del país, y exhortó a las autoridades del sistema penitenciario a humanizar los centros que fueron creados para la rehabilitación social.
El 23 de febrero, una serie de amotinamientos se produjeron en las cárceles de Turi (Azuay), Guayas, Cotopaxi y la Penitenciaría de Guayaquil. El organismo nacional encargado de los centros penitenciarios señaló que producto de la violencia fallecieron al menos 79 presos en cuatro cárceles. Indicó que aún están investigando sobre las causas de los hechos.
Al día siguiente, decenas de familias de los fallecidos se concentraron en la prisión de Guayaquil y la morgue local para pedir los restos de sus familiares.
Tras lo ocurrido, efectivos de la Policía de Ecuador acudieron a las cuatro localidades para retomar el control de las cárceles. Además, el Ministerio de Defensa de Ecuador dispuso un control estricto de armas, municiones y explosivos en los perímetros exteriores de los centros penitenciarios.
En su comunicado, los obispos expresaron su preocupación y consternación "ante la dolorosa y crítica situación en la que viven las personas privadas de libertad en los diversos centros de rehabilitación social y frente a los hechos crueles ocurridos el martes 23 de febrero".
Los obispos aseguraron que los trágicos sucesos en Ecuador "no son más que el reflejo de la crisis penitenciaria, de la descomposición social y de la indiferencia colectiva ante esta dura realidad". Además, se refirieron a las palabras que el Papa Francisco dirigió al personal de la cárcel "Regina Coeli" en Roma en 2019, y llamaron a humanizar las cárceles del país.