VATICANO,
El Papa Juan Pablo II dio a los investigadores la clave para que sus experimentos respeten la vida: hay que conjugar el rigor científico con la ética cristiana. Éste es uno de los puntos más elocuentes del mensaje que dirigió a los participantes de la 10º Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida.
En el texto, leído ayer Mons. Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia, a los asistentes, el Papa denuncia que “los progresos de las ciencias biomédicas, mientras hacen entrever perspectivas prometedoras para el bien de la humanidad y la cura de enfermedades graves y dolorosas, a menudo presentan serios problemas en relación con el respeto de la vida humana y de la dignidad de la persona”.
“Es necesario sensibilizar cada vez más a los investigadores, especialmente a los que trabajan en el ámbito biomédico, sobre el enriquecimiento beneficioso que puede derivar de conjugar el rigor científico con las exigencias de la antropología y de la ética cristianas”, señala el Pontífice.
Según el Santo Padre, “el dominio creciente de la tecnología médica sobre los procesos de la procreación humana, los descubrimientos en el campo de la genética y de la biología molecular, los cambios en la gestión terapéutica de los pacientes graves, junto a la difusión de corrientes de pensamiento de inspiración utilitarista y hedonista, son factores que pueden llevar a conductas aberrantes, así como a la creación de leyes injustas en relación con la dignidad de la persona y el respeto exigido por la inviolabilidad de la vida inocente”.
Tras destacar que el aporte de los miembros de la Academia “es preciosa para los intelectuales, especialmente católicos”, el Santo Padre les recordó su responsabilidad en el campo de la bioética.
“Os doy las gracias por el esfuerzo en examinar cuestiones específicas de gran interés, y en favorecer el diálogo entre la investigación científica y la reflexión filosófica y teológica guiada por el magisterio”, señaló y reconoció que “con el paso de los años es cada vez más evidente la importancia de la Academia para la Vida”.