El Arzobispo de Piura y Tumbes (Perú), Mons. José Antonio Eguren, alentó a que la celebración de la 25° Jornada Mundial de la Vida Consagrada "sea una ocasión para renovarse en la propia vocación, para así tocar y consolar las llagas de Cristo presentes en el ser humano y la creación entera".
Así lo indicó el Prelado en su mensaje, en el que agradeció y elevó sus oraciones por los consagrados y consagradas de su Arquidiócesis en el norte del país.
"Cada Instituto de vida consagrada aporta la vitalidad del propio carisma, del cual brotan tantas obras pastorales y sociales para bien de nuestros fieles, como por ejemplo en los ámbitos de la liturgia, la catequesis, la educación, la promoción humana y la asistencia en la caridad de Cristo a los hermanos más necesitados y descartados", escribió el Arzobispo.
Mons. Eguren alentó a los consagrados a no olvidar que "la vida fraterna es sustento fundamental para dar frutos de santidad y evangelización. Cómo no destacar en ustedes, queridos consagrados y consagradas, su cercanía testimonial, particularmente con los más pobres y necesitados. Jamás olviden que su vida y misión deben estar insertas en la Iglesia particular, en comunión con el obispo".
El Prelado peruano relató que durante toda la pandemia del coronavirus ha recibido muchas noticias de todo lo que hacen los consagrados, "con gran creatividad y celo evangelizador, por difundir la Palabra de Dios, llevar el consuelo de los Sacramentos a todos los que lo necesitan, y socorrer a los hermanos necesitados, especialmente a nuestros enfermos de Covid-19".
"La persona humana es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión, camino trazado por el mismo Cristo desde la Encarnación y consumado por Él en el misterio de la Cruz y de la Resurrección", recordó.