En concreto, se centró en el pasaje evangélico de este domingo en el que se narra cómo vive Jesús el sábado, el día sagrado de la semana en el judaísmo.
"En la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús lee y comenta las Escrituras. Su manera de hablar atrae a los presentes, que quedan asombrados porque demuestra una autoridad diferente a la de los escribas", indicó el Pontífice.
Además, "Jesús se revela poderoso también en las obras. Así es, cuando un hombre en la sinagoga se vuelve contra él, llamándole el Santo de Dios, Jesús reconoce el espíritu maligno, le ordena que salga de ese hombre y lo expulsa".
En este episodio del Evangelio de San Marcos, refirió el Santo Padre, "vemos los dos elementos característicos de la acción de Jesús: la predicación y la obra taumatúrgica de médico".
"Ambos aspectos se destacan en el pasaje del evangelista Marcos, pero el que más sobresale es el de la predicación; el exorcismo se presenta para confirmar la 'autoridad' singular de Jesús y su enseñanza. Predica con autoridad propia, como alguien que tiene una doctrina que procede de sí mismo, y no como los escribas que repetían tradiciones anteriores y leyes recibidas".
El Pontífice hizo hincapié en que "la enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. Su palabra hace lo que dice, porque Él es el profeta definitivo, es más, es el Verbo mismo de Dios hecho hombre. Por eso habla con autoridad divina".