VATICANO,
El Siervo de Dios Rosario Angelo Livatino, juez que fue asesinado por la mafia cuando trabajaba en un juzgado de Sicilia (al sur de Italia) y que fue reconocido mártir recientemente por el Papa Francisco, amaba los sacramentos de la confesión y de la comunión, según relataron sus familiares.
Rosario Angelo Livatino nació el 3 de octubre de 1952 en Canicatti, en la provincia italiana de Agrigento. Decidió seguir la misma carrera que su padre e ingresó a la facultad de Jurisprudencia de Palermo. Terminó sus estudios de abogacía a los 22 años con las mejores calificaciones.
El 21 de agosto de 1989 fue nombrado juez de la sección de prevención del Tribunal de Agrigento. En ese puesto tuvo a su cargo varios procesos contra miembros de la mafia condenados a cadena perpetua.
El 21 de septiembre de 1990 fue interceptado por cuatro sujetos mientras conducía su auto. En medio de los disparos, Livatino logró salir del carro y trató de correr. Malherido se acercó al margen de la carretera y uno de los asesinos se acercó para rematarlo. El hombre que finalmente acabó con la vida del juez era Gaetano Puzzangaro, quien proporcionó uno de los testimonios para la causa de beatificación del magistrado.
Después de la muerte de Livatino, se encontró una Biblia llena de anotaciones en su escritorio, donde siempre guardaba un crucifijo.
Al comenzar a trabajar como juez escribió en un diario: "Hoy he hecho el juramento. Desde hoy estoy en la magistratura. Que Dios me acompañe y me ayude a respetar el juramento y a comportarme en el modo que exige la educación que mis padres impartieron".