El Cardenal William Keeler, director del Comité de Actividades Pro-Vida de la Conferencia Episcopal Estadounidense, se refirió al anuncio de científicos surcoreanos sobre una reciente clonación humana y afirmó que “aunque se dice que es un progreso científico”, en realidad es un “signo de regresión moral”.
El Purpurado expresó que “estoy entristecido por la noticia de que científicos en Corea del Sur han utilizado la clonación para crear y destruir docenas de embriones humanos. La clonación humana convierte a la procreación en un proceso de manufactura, tratando a la vida humana como una materia hecha para predeterminar datos específicos”.
“Además, usar este o cualquier otro medio para crear vidas humanas inocentes únicamente para destruirlas es una violación de la ética en las investigaciones”, agregó el Cardenal.
El Arzobispo de Baltimore explicó que “ni este estudio ni cualquier otro han mostrado que la clonación humana es un camino realizable o necesario para ventajas médicas. Al mismo tiempo, las células madre adultas y otras medidas moralmente sanas ofrecen tratamientos para las enfermedades devastadoras a menudo citadas para justificar la investigación de clonaciones humanas. Rara vez los investigadores han hecho tanto daño a tanta gente con una justificación tan insignificante”.
“El costo humano del experimento surcoreano fue muy alto. Docenas de embriones humanos fueron creados y destruidos para producir una única línea de célula madre para la investigación”, resaltó el Cardenal y añadió que “también es profundamente preocupante el uso de medicinas de fertilidad potencialmente dañinas a 16 mujeres, para que produzcan 242 óvulos para el experimento”.
“Estas mujeres fueron utilizadas como fábricas de óvulos mientras sus descendientes embrionarios fueron tratados como nada más que objetos de investigación, su dignidad humana ignorada en nombre del progreso”, explicó el Arzobispo.