REDACCION CENTRAL,
El presidente del Directorio y director ejecutivo de EWTN, Michael Warsaw, envió un mensaje de Navidad en el que reflexionó sobre la importancia de esta fiesta, la cual, afirmó, "nunca puede ser cancelada, ni por presidentes o gobernadores, primeros ministros o políticos".
En un artículo publicado el 14 de diciembre en el National Catholic Register, Warsaw dijo que "en las últimas décadas, los ateos militantes y sus aliados políticos y judiciales secularistas han promovido una campaña agresiva en los Estados Unidos para sacar de la plaza pública cualquier representación de la Navidad basada en la fe al malinterpretar lo que la Constitución de los Estados Unidos dice en realidad sobre la separación de la iglesia y el estado".
"Cada diciembre, estos scrooges [avaros] culturales afirman que es insensible para los no cristianos centrar la temporada navideña en la Persona de Jesucristo en el contexto religioso y culturalmente diverso de hoy. Sin embargo, como sabemos, sin la presencia visible del Niño Jesús, la fiesta pierde su significado central", resaltó.
Warsaw lamentó que para este 2020 el impulso para "cancelar la Navidad" adquirió nuevas dimensiones, especialmente, ante los "aumentos en el número de casos de COVID-19".
"Muchos funcionarios gubernamentales tanto en el país como en el extranjero han adoptado el mantra de 'cancelar la Navidad'. Una búsqueda rápida en Google proporcionará una amplia evidencia de que los líderes políticos de todo el mundo advierten que la Navidad no puede suceder este año debido a la pandemia. Si bien afirman que se trata puramente de salud y seguridad públicas, es difícil ver esto como algo más que una nueva táctica en el intento secularista de disminuir el papel de la fe y las creencias religiosas en la sociedad", reflexionó el CEO de EWTN.
Para Warsaw, la situación mencionada se ha "visto esto en juego durante toda la pandemia, ya que los funcionarios de muchos estados de Estados Unidos imponían onerosas restricciones al culto público, tratando a las personas de fe como ciudadanos de segunda clase y las iglesias como algo no esencial".