María José Solaz Viana era una mujer valenciana que sufría una enfermedad degenerativa desde niña. El Papa Francisco la llamó por teléfono por sorpresa hace dos años, conmovido por su fe. María José falleció el pasado 16 de noviembre, tenía 46 años.
Cuando tenía 8 años le fue diagnosticada una ataxia de Friedreich, es decir, una enfermedad degenerativa que fue mermando su sistema nervioso y la musculatura de todo su cuerpo.
En una entrevista que concedió hace 10 años a PARAULA, el semanario diocesano de la Archidiócesis de Valencia, ella misma contó que el último día que pudo andar por ella misma fue el que recibió el sacramento de la Confirmación, con 15 años de edad.
Después de ese día, tuvo que usar silla de ruedas y con el paso de los años, otra de tipo eléctrico, que solo pudo manejar autónomamente durante algún tiempo.
Con 25 años de edad, su grado de discapacidad motriz era ya del cien por cien y en los últimos años el avance de la enfermedad hizo que apenas pudiera ya ver, oír y hablar. El pasado 16 de noviembre fallecía en Caudete de las Fuentes, Valencia (España).
Llamada del Papa Francisco