VATICANO,
El Papa Juan Pablo II señaló durante la audiencia de este miércoles, dedicada a la Jornada Mundial del Enfermo, que el sufrimiento es también una bendición cuando es contemplado desde la fe.
El Pontífice dirigió su pensamiento “hacia el célebre santuario mariano de Lourdes, situado en los montes Pirineos, que sigue atrayendo a muchedumbres de peregrinos, entre los cuales muchas personas enfermas”; y que este día es la sede de los actos principales de la Jornada Mundial del Enfermo.
El Santo Padre señaló que el Santuario había sido escogido este año “por la intensa relación que le une con el mundo de la enfermedad y de los agentes de la pastoral sanitaria”; así como porque “en el año 2004 se celebran los 150 años de la proclamación del dogma de la Inmaculada, que tuvo lugar el 8 de diciembre de 1954”.
El Papa destacó que esta Jornada es “una intensa exhortación a redescubrir la importante presencia de quienes sufren en la comunidad cristiana, y a valorar cada vez más su preciosa aportación. Desde un punto de vista humano, el dolor y la enfermedad pueden parecer realidades absurdas. Sin embargo, cuando nos dejamos iluminar por la luz del Evangelio, se logra comprender su profundo significado salvífico”.
Juan Pablo II se dirigió luego “a quienes experimentan en el cuerpo y en el espíritu el peso del sufrimiento. A cada uno de ellos les renuevo mi afecto y mi cercanía espiritual. Quisiera, al mismo tiempo, recordar que la existencia humana es siempre un don de Dios, incluso cuando está marcada por padecimientos físicos de todo tipo; un ‘don’ que debe ser valorizado por la Iglesia y por el mundo”.
“Quien sufre –agregó el Pontífice- no debe quedarse solo”; por ello, dirigió “una palabra de sentido aprecio a quienes, con sencillez y espíritu de servicio, están junto a los enfermos, tratando de aliviar los sufrimientos, y, en la medida de lo posible, de liberarles de la enfermedad gracias a los progresos de la medicina”. “¡Es un gran acto de amor cuidar a quien sufre!”, destacó el Papa