Sor Nicolas Akiki, de la Congregación de las Hermanas del Rosario, es directora del hospital de caridad de su congregación que durante años construyeron con mucho esfuerzo para atender a pacientes de familias afectadas por la crisis económica, y brindarles consuelo y esperanza durante su enfermedad.
El hospital del Santo Rosario se ubica en el barrio densamente poblado de Gemmayzé, a menos de 500 metros del puerto de Beirut, en uno de cuyos almacenes ocurrió en agosto la fatídica explosión de 2.750 toneladas de nitrato de amonio que dejó más de 150 fallecidos, más de 5 mil heridos y gran parte de la ciudad destruida.
Antes de la explosión, el edificio tenía habilitadas 200 camas y modernos equipos de investigación y quirófanos distribuidos en 18 pisos, nueve bajo tierra y nueva en la superficie; en el piso más alto se ubica la casa de las nueve hermanas de la congregación y la capilla del convento y hospital.
Las religiosas atendían en los "distintos departamentos del hospital con su labor pastoral de atención humana y espiritual", dijo sor Nicolas a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
"El hospital era la perla de Beirut y nuestra capilla es la perla del hospital. Allí acudía el personal – 80 médicos y 92 enfermeras - los pacientes y los familiares que deseaban recargar fuerzas, buscar consuelo y recuperar esperanzas", dijo Sor Nicolas.
La religiosa explicó que "el hospital no es un fin en sí mismo", sino "es un medio para ayudar con nuestro esfuerzo y entrega a los pacientes a superar las etapas más difíciles de sus vidas donde prevalecen el dolor, la incertidumbre y la angustia".