Sacerdotes y obispos en Nicaragua están visitando las comunidades rurales y zonas que sufrieron graves daños debido al azote del huracán Iota, para poder llevarles esperanza; mientras que la Arquidiócesis de Managua lanzó una campaña de solidaridad.
El 16 de noviembre el huracán Iota tocó tierra en Nicaragua y dejó casas destruidas y damnificados que estaban recuperándose del huracán Eta golpeó gran parte del país el 3 de noviembre.
El ojo del huracán Iota de categoría 5 en la escala de Saffi-Simpson, llegó cerca de Haulover y Bilwi, localidades ubicadas en la Región Autónoma del Caribe Norte de Nicaragua.
Muchas de las familias tuvieron que abandonar sus viviendas que quedaron gravemente dañadas, al igual que edificaciones de la Diócesis de Siuna como el seminario menor, el Colegio Niño Jesús y la parroquia San Pedro de Bilwi.
Según la Arquidiócesis de Managua, el 18 de noviembre, el P. Javier Pla García, vicario de la parroquia San Pedro en Bilwi, llamó a agradecer a Dios porque pese a que el huracán Iota golpeó el país "con más fuerza", luego del huracán Eta, hasta ahora no habría víctimas humanas.
"Aún no tenemos noticias de las comunidades, pero parece que no hay víctimas humanas. El valor de la vida humana es lo primero. Damos gracias a Dios", dijo. "El ciclón entró por el mismo sitio que la otra vez, pero su furia era mayor. A las comunidades rurales que tumbó, imagino que ahora las barrió", pues tras el siniestro "Bilwi ha sido herido gravemente".