Debido a las restricciones sanitarias causadas por el COVID-19, el Vaticano no pudo organizar el tradicional almuerzo del Papa con personas desfavorecidas en la IV Jornada Mundial de las pobres.
Sin embargo, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización coordinó el envío de 5.000 cajas con alimentos de primera necesidad para familias de 70 parroquias de Roma "que, especialmente en este periodo, se encuentran en dificultades".
Cada paquete contenía pasta, arroz, puré de tomate, aceite, sal, harina, café, azúcar, mermelada, atún, galletas, chocolate, además de mascarillas quirúrgicas y una tarjeta con una oración del Papa Francisco.
Del mismo modo, se repartieron 2.5 toneladas de pasta a las diversas casas hogares y asociaciones caritativas que trabajan en Roma a favor de los numerosos pobres presentes en la ciudad y que son asistidos por tantas realidades eclesiales.
Por último, se enviaron 350.000 mascarillas quirúrgicas para 15.000 estudiantes de la periferia de Roma para apoyar en ese gasto a las familias y, al mismo tiempo, fue "una invitación a los jóvenes estudiantes para que no subestimen los riesgos de la pandemia sobre todo con comportamientos que podrían perjudicar a las personas ancianas una vez que regresen a la familia".
Además, continúan los servicios de la clínica móvil localizada abajo de la columnata de San Pedro, organizada por la Limosnería Apostólica, que realiza análisis médicos a los pobres para que puedan tener acceso a los dormitorios. El horario de apertura de esta clínica móvil gratuita es de 8:00 a.m. a 2:00 p.m. y en las últimas dos semanas, se han realizado diariamente 50 análisis de coronavirus.