VATICANO,
Ante unas 100 personas, entre personas sin hogar, pobres, voluntarios y representantes de asociaciones caritativas, el Papa Francisco presidió este domingo 15 de noviembre la Misa en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro del Vaticano con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres.
En su homilía el Pontífice pidió valorar los dones que Dios entregó a cada uno, sin lamentarse por lo que se carece, y no desperdiciar la vida "pensando sólo en nosotros mismos".
En ese sentido insistió en que "no sirve para vivir el que no vive para servir", un lema que invito a repetir y a meditar.
El Santo Padre destacó la generosidad de Dios, "que es Padre y ha puesto tanto bien en nuestras manos, confiando a cada uno talentos diferentes".
Recordó que "somos portadores de una gran riqueza, que no depende de cuánto poseamos, sino de lo que somos: de la vida que hemos recibido, del bien que hay en nosotros, de la belleza irreemplazable que Dios nos ha dado, porque somos hechos a su imagen, cada uno de nosotros es precioso a sus ojos, único e insustituible en la historia".
Lamentó que "en demasiadas ocasiones, cuando miramos nuestra vida, vemos sólo lo que nos falta. Entonces cedemos a la tentación del '¡ojalá!': ¡ojalá tuviera ese trabajo, ojalá tuviera esa casa, ojalá tuviera dinero y éxito, ojalá no tuviera ese problema, ojalá tuviera mejores personas a mi alrededor!... La ilusión del 'ojalá' nos impide ver lo bueno y nos hace olvidar los talentos que tenemos".