Ocho monjas católicas en la provincia china de Shanxi dejaron su convento luego de los acosos e intimidaciones perpetrados por agentes de la policía local, como el retiro de la cruz principal, las cruces del interior del edificio y una docena de imágenes religiosas.
Según informa la revista Bitter Winter, dedicada a la libertad religiosa y los derechos humanos en China, las religiosas soportaban la constante vigilancia hasta que les quitaron la cruz principal del convento. "La cruz es un símbolo de salvación. Sacarla se sintió como si nos sacaran un pedazo de carne", dijo una de las religiosas.
"Si nos hubiésemos opuesto, el gobierno habría demolido el convento", señaló.
"Los policías nos declararon 'personas peligrosas' y repetidamente nos acosaban. Nos pidieron escribir lo que habíamos hecho en la vida desde el kínder y nos exigieron revelar todo lo que hemos hecho en los últimos meses. Incluso querían que recordáramos los números de las placas (licencias) de los autos en los que habíamos estado en nuestros viajes", relató.
Cuatro cámaras de seguridad fueron instaladas en el convento y se planeaba colocar otras más en el comedor, la cocina y la lavandería, pero las religiosas pudieron evitar esto.
Una de las monjas contó que "tres personas, un policía y dos oficiales locales, fueron asignados para observarnos. Con frecuencia ingresaban al convento para preguntar sobre nuestras actividades, a veces por las noches. El gobierno incluso contrató a algunos rufianes para acosarnos. Llegaban a entrar hasta en la cocina para molestar y actuar lascivamente, pidiéndonos que comiéramos con ellos".