El P. Antony Njoroge tenía todo lo que la vida podía dar, un trabajo bien remunerado como oficial de policía y unos hermanos que lo aman, pero nada lograba llenar el vacío de su corazón hasta que fue ordenado sacerdote a la edad de 41 años.
El P. Njoroge nació en una familia bastante acomodada, su padre tenía un puesto superior en el Gobierno de Kenia y su madre era una católica ferviente y miembro activo de varios grupos de oración en la Diócesis de Nyeri (Kenia).
P. Antony Njoroge. Créditos: P. Antony Njoroge
De joven, el P. Njoroge iba a sesiones de oración y servía en la Santa Misa, gracias a la devoción de su madre. Sin embargo, al estudiar en una escuela secundaria no católica, el futuro sacerdote se apartó de la fe, dejó de participar en las celebraciones litúrgicas y de realizar actos de piedad, que silenció el deseo de consagrar su vida a Dios.
Al terminar la escuela secundaria, se unió al servicio policial en la Escuela de Formación de la Policía de Kiganjo y rápidamente ascendió hasta llegar a un puesto bien remunerado en la comisaría de Shauri Moyo, en la capital de Kenia, Nairobi.