Tras la reciente nominación de Amy Coney Barrett para ocupar el puesto vacante en la Corte Suprema de Estados Unidos, los líderes de los partidos políticos del país están divididos respecto a la elección de la jueza católica y el proceso de nominación.
Los republicanos manifiestan que Barrett es una constitucionalista rigurosa y destacan su compromiso personal con la fe y la familia. Los demócratas argumentan que es una ideóloga judicial que busca molestar a la Corte en temas como la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio y el aborto.
Barrett, una madre católica de siete hijos, saltó a la fama durante su audiencia de nominación en 2017 para el Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito. La senadora Dianne Feinstein, del Partido Demócrata, cuestionó a Coney Barrett por sus valores personales y su fe, diciendo que "cuando se lee sus discursos, la conclusión que uno obtiene es que el dogma vive fuertemente dentro de usted. Y eso es de preocupar".
El domingo, durante una llamada de la prensa, los funcionarios de campaña del presidente Donald Trump señalaron el episodio de 2017 como evidencia de lo que vendrá en el proceso de nominación. Justin Clark, subdirector de campaña de Trump, dijo que el carácter y las calificaciones de Barrett para servir como jueza son "irreprochables".
Clark dijo que la fe católica de Barrett podría enfrentar "intolerancia religiosa" en las próximas semanas.
"Lo que está en juego en esta nominación no podría ser más alto, porque nuestra fe como católicos está siendo atacada actualmente, y va a aumentar y empeorar", dijo.