HONG KONG,
El Obispo Emérito de Hong Kong (China), Cardenal Joseph Zen Ze-kiun, afirmó que los esfuerzos de la Iglesia para negociar una extensión del acuerdo provisional de 2018 con China está perjudicando la evangelización de ese país.
"Estamos perdiendo dignidad y credibilidad", dijo el Cardenal Zen en entrevista concedida a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– y agregó que el silencio de la Iglesia sobre los abusos de los derechos humanos por parte del régimen comunista, incluida la detención de más de un millón de uigures musulmanes en una red de campos de concentración en la provincia de Xinjiang, está dañando la capacidad de jugar un papel en la formación del futuro del país.
"El silencio rotundo dañará la obra de evangelización. Mañana, cuando la gente se reúna para planificar la nueva China, es posible que la Iglesia Católica no sea bienvenida", dijo.
Mientras los cardenales Zen, Charles Muang Bo de Birmania e Ignatius Suharyo de Indonesia han denunciado repetidamente las violaciones de derechos humanos de China, el Vaticano, incluido el Papa Francisco, ha permanecido en silencio sobre lo que los grupos de derechos humanos han llamado un "genocidio" y una campaña de "limpieza étnica" contra los uigures, mientras continúan las conversaciones diplomáticas sobre el futuro del acuerdo entre China y la Santa Sede.
En las últimas semanas, tanto el Vaticano como el gobierno chino han manifestado su intención de extender el acuerdo de 2018, que estaba destinado a unificar a los 12 millones de católicos del país, divididos entre la Iglesia clandestina y la Asociación Patriótica Católica China (CPCA por sus siglas en inglés) administrada por el régimen comunista. El acuerdo, cuyo contenido no se ha hecho público, sirve para el nombramiento de obispos en el país asiático.
Si bien el Cardenal Zen dice que hay una falta de progreso visible en la tolerancia comunista hacia los católicos clandestinos o en la designación de obispos, el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, dijo la semana pasada que las negociaciones continuaron para "normalizar" la vida de la Iglesia en China.