REDACCION CENTRAL,
Desde hace algunos meses, países, empresas farmacéuticas, universidades, entre otros, se han abocado a la búsqueda de una vacuna contra el coronavirus COVID-19; sin embargo, en el camino han surgido una serie de objeciones éticas, principalmente si un católico puede recibir una vacuna en cuyo desarrollo se usaron líneas celulares de fetos abortados.
Para abordar este tema, ACI Prensa entrevistó a Jorge Nicolás Lafferriere, director del Centro de Bioética, Persona y Familia y profesor de Bioderecho de la Universidad Católica Argentina (UCA), para que explique todas las cuestiones éticas implicadas en el desarrollo de vacunas contra el coronavirus.
"El COVID-19 ha generado un serio problema de salud, que ha causado muchas muertes en todo el mundo. Ello configura una situación que requiere respuestas de fondo, como son las distintas estrategias terapéuticas y, especialmente, las vacunas. Por eso es muy importante que se desarrollen vacunas con materiales de origen lícito que permitan superar esta situación", reflexionó Lafferriere.
El especialista negó que sea ético que se desarrolle, se pruebe en humanos y posteriormente se distribuya una vacuna basada en el uso de células fetales. Aseguró que eso "sería contrario a la ética, porque habría una cooperación material con la acción ilícita que es el aborto".
El experto aseguró que "este tema ha sido debidamente explicado por la Pontificia Academia para la Vida en 2005 y 2017 y por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 2008 en la instrucción Dignitas Personae".
"El Magisterio hace distinciones según la forma de cooperación con esa conducta tan gravemente injusta que es el aborto. En primer lugar, hay una cooperación formal, que es aquélla en que se comparte la intención deliberadamente orientada a provocar el aborto. Esta cooperación puede darse si se participa del aborto para extraer los tejidos del feto abortado para su utilización posterior. Este problema también se presenta en el caso de los científicos que conciben embriones humanos para luego crear cultivos celulares a partir de su destrucción. Estos casos son claramente ilícitos (Dignitas Personae, n. 34 y Evangelium Vitae 63)", explicó.