El Obispo de San Sebastián (España), Mons. José Ignacio Munilla, explicó el polémico uso de líneas celulares extraídas de tejidos de fetos abortados para la fabricación de vacunas contra el COVID-19 y también propuso una serie de alternativas éticas.
Según precisa Mons. Munilla la producción de vacunas desarrolladas con tejidos de fetos abortados "es algo inaceptable en términos éticos".
Explica que es una "cooperación ilícita con el aborto provocado, a pesar de que no se trate de una cooperación formal e inmediata".
Por eso cuestiona el sentido que tendría "que alguien que rechaza el aborto de los seres humanos en el seno materno, admitiese el uso de este tipo de vacuna". Sin embargo, precisa que "obviamente, la valoración moral sería diversa en el caso de tratarse de abortos espontáneos, y no provocados. La diferencia sería similar a la existente entre utilizar órganos de un cadáver donado para la investigación, o la utilización de los órganos de un ser humano que haya sido ejecutado. Lo primero es moral, mientras que lo segundo es inmoral".
En la entrevista concedida a Religión en Libertad, habla sobre cómo tratar los restos de abortos naturales o provocados, el Obispo de San Sebastián cita la Instrucción vaticana "Donum Vitæ" en donde se establece que "los cadáveres de embriones o fetos humanos, voluntariamente abortados o no, deben ser respetados como los restos mortales de los demás seres humanos. […] También en el caso de los fetos muertos, como cuando se trata de cadáveres de personas adultas, toda práctica comercial es ilícita y debe ser prohibida".
Restos de fetos y Planned Parenthood