Mons. Charles Pope es un sacerdote de la Arquidiócesis de Washington (Estados Unidos) que fue seriamente afectado por el coronavirus, siendo ingresado en la unidad de cuidados intensivos. En esta nota comenta que, pese a todo, no tiene miedo.
Después de haber tenido fiebre y de no sentirse muy bien, Mons. Pope supo que tenía el coronavirus el 27 de julio. Tras conocerse los resultados de la prueba, se pidió a unas 300 personas con las que tuvo contacto que guardaran cuarentena ante la posibilidad de haber sido contagiados.
En el Hospital de la Universidad de Georgetown le dijeron que se midiera la saturación del oxígeno con frecuencia y le advirtieron que si los niveles bajaban a menos de 90, volviera al centro de salud.
Al principio todo lo que experimentaba parecía un resfrío, pero cuando el nivel de oxígeno bajó a menos de 90, volvió al hospital y fue internado en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
"Gracias a Dios comencé a mejorar. Pasé 11 días en UCI, y una vez que me quitaron el oxígeno y mis pulmones se limpiaron, volví a casa con la orden de descansar. Ciertamente quedé débil tras 11 días en un hospital. Lentamente recuperé la fuerza. El COVID-19 finalmente se había ido", contó.
El sacerdote compartió que en su recuperación no ayudó mucho una nota que The Washington Post publicó sobre él "con muchas distorsiones y mentiras. Pese a lo que publicaron, nunca le dije a la gente que no use mascarillas o que no acate la distancia social, tampoco sugerí la violación de leyes o normas civiles".