El Prelado destacó además que "la crisis que estamos atravesando en la Diócesis, muy dolorosa y lacerante para clérigos y feligreses, también para el Obispo, es también una oportunidad de conversión, de 'nueva creación', y, si nos confiamos todos a la misericordia de Dios y al poder sanante y elevante de su Gracia, será ocasión para que el Señor pueda extraer muchos bienes mayores de los males que nos afligen y que Él no ha querido".
"Si la insidia del Demonio fue tan destructiva, pues bajo especie de bien nos llevó, con la complicidad de la soberbia interior de cada uno, a la rebeldía, a la división, a anteponer el juicio propio al de la legítima autoridad, a la angustia y desolación tan extendidas, la acción del buen espíritu, con la medicina de la humildad y el antídoto de la obediencia, nos permitirá un salto de caridad y de santidad personal y comunitaria bellísimo, enormemente fecundo y promisorio", señaló.
En diálogo con CNA, agencia en inglés del Grupo ACI, dos importantes canonistas reflexionaron sobre si en verdad un obispo puede ordenar que la Eucaristía sea entregada solo en la mano.
Timothy Olson, canonista de la Diócesis de Fargo y secretario de la Sociedad de Derecho Canónico de Estados Unidos, señaló que si bien "de forma ordinaria no hay duda de que un obispo carece de la autoridad para restringir la recepción de la comunión a exclusivamente en la mano", subrayó que "una ley humana que en la mayoría de las circunstancias promueve el bien común, puede en una situación individual realmente dañar el bien común".
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Mientras que "algunos aspectos son de ley divina, y por lo tanto nunca son sujeto de dispensa, tales como la materia y la forma de un sacramento", dijo, "otros aspectos de la liturgia, sin embargo, son de ley humana, tales como las lecturas que deben ser leídas, o la forma de recibir la comunión".
Como ejemplo, recordó el caso de los sacerdotes, como San Maximiliano Kolbe, que durante la II Guerra Mundial "siempre observando la materia y la forma para la preparación de la Eucaristía, realizaron Misas extremadamente truncadas mientras que estaban en prisión, solo observando aquellas rúbricas que eran posibles en la situación".
Por su parte, el P. James Bradley, profesor asistente en la Escuela de Derecho Canónico de The Catholic University of America, señaló que "la disciplina litúrgica de la Iglesia, debido a su importancia en relación con la naturaleza de los sacramentos y el depósito de la fe, está reservada generalmente a la Sede Apostólica".
"El hecho de que la ley litúrgica esté específicamente reservada a la Sede Apostólica, significa que los cambios a la disciplina y práctica litúrgica no están dentro de la competencia de un obispo diocesano a menos que la ley lo prescriba así".
Un tercer canonista que habló con ACI Prensa off the record para no referirse al conflicto específico de San Rafael, señaló que estas son las circunstancias extremas en las que se evidencia que las interpretaciones canónicas pueden variar y que "el derecho canónico, sin las actitudes espirituales y eclesiales que se esperan de los cristianos, no resuelve este tipo de conflictos".
"Recibir la Eucaristía en la boca directamente es una antigua, bella e importante costumbre transmitida por generaciones. Pero lo que sí es un asunto de doctrina es la obligación cristiana de mantener la comunión, y la obediencia filial, a nuestros obispos", agregó.