Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial en Polonia, surge la inspiradora figura de San Maximiliano Kolbe, quien es recordado cada 14 de agosto. Su valiente lucha por las almas encontró eco a través de una imprenta y un poderoso instrumento adicional: la Medalla Milagrosa.
“Aunque una persona sea del peor tipo, si tan solo acepta llevar la medalla, dársela... y luego rezar por él, y en el momento oportuno esforzarse por acercarlo a su Madre Inmaculada, para que pueda recurrir a ella en todas las dificultades y tentaciones”, son las palabras de Kolbe sobre la Medalla.
“Esta es verdaderamente nuestra arma celestial”, aseguró el santo, describiendo la medalla como “una bala con la que un soldado fiel golpea al enemigo, es decir, al mal, y así rescata las almas”.
La Medalla Milagrosa es un sacramental inspirado en la aparición mariana a Santa Catalina Laboure en París en 1830. La Virgen María se le apareció como la Inmaculada Concepción, estaba vestida de blanco y de pie sobre un globo con la luz saliendo de sus manos y aplastando una serpiente bajo su pie.
“Una voz me dijo: ‘Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen’”, reveló Santa Catalina en su momento.
Como seminarista franciscano que estudiaba en Roma en 1917, Kolbe se sintió conmovido por la historia del papel que jugó la Medalla Milagrosa en la conversión de Alfonso de Ratisbona.