VATICANO,
La pandemia de coronavirus y las medidas destinadas a evitar su propagación golpeó con dureza a la población refugiada en diferentes países del mundo. En Turquía, país que acoge a cientos de miles de refugiados sirios e iraquíes, un grupo de cristianas iraquíes refugiadas en la ciudad de Kirsehir, en Anatolia Central, han encontrado un desahogo gracias a las Misioneras Combonianas.
La hermana Expedita Pérez, misionera española que llegó recientemente a Turquía después de una larga etapa en Sudán y en Egipto, explica a ACI Prensa que están poniendo en marcha un proyecto formativo para ayudar a estos refugiados.
Dentro de ese proyecto, han emprendido una serie de salidas con grupos de mujeres y de niños a las cuevas de la Capadocia, donde se instalaron algunas de las primeras comunidades cristianas.
"Hemos programado tres grupos, pero seguramente tendremos que aumentarlo porque en cada grupo solo podemos acoger 20 mujeres y en un solo centro tenemos 110 mujeres. Entonces, tendremos que hacer bastantes salidas de estas durante el año, y vamos a ver cómo nos organizamos porque exigen mucha preparación y trabajo. De todas maneras, ha merecido la pena", asegura.
Esta semana han realizado la primera salida y las mujeres "han estado felices, contentas, no paraban de dar gracias porque ya llevaban cinco meses encerradas en sus casas, en Kirsehir, por el COVID y, además, siendo refugiadas pueden salir solo una vez al mes, pero en ese tiempo de pandemia, ni siquiera".
Explica que estas excursiones que hacen de varios días "no es un momento de formación estructurada, es formación porque todo nuestro encuentro es un momento formativo para todas, pero es más que nada un momento recreativo, un momento para poder rezar libremente sin miedo, un momento para compartir, para estar juntas, para reír".