Debido al colapso de un cementerio público en Sucre (Bolivia) el Arzobispo del lugar, Mons. Ricardo Centellas, pidió "extremar los esfuerzos" y responder con prontitud al dolor de los familiares que esperan despedir a sus deudos.
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Las disposiciones sanitarias de Bolivia recomiendan que las personas fallecidas por COVID-19 sean cremadas. "Sin embargo, cuando en el municipio no se cuente con un horno crematorio, o cuando los familiares así lo dispongan, el cuerpo (al interior de la bolsa de traslado y del féretro cerrado) podrá ser inhumado en un nicho o enterrado".
Asimismo, están prohibidos los velatorios del cuerpo, salvo después de la cremación.
Debido al colapso del horno crematorio del Cementerio General de Sucre el fin de semana pasado, ya que solo tiene la capacidad para cremar tres cuerpos al día, hasta el 22 de julio se acumularon 31 cadáveres en hospitales y en la morgue esperando ser trasladados.
Entonces, la alcaldía procedió a sepultar 25 cuerpos en un espacio anexo al cementerio, resguardando las disposiciones sanitarias.