"Una start-up del siglo 12 con estilo del siglo 21", con este lema las monjas cistercienses de la Abadía de Boulaur en Occitane, en el suroeste de Francia, describen el ambicioso proyecto de renovación que han diseñado para su monasterio.
Esta frase se refiere a todo un universo del pasado, a una época en la que el cristianismo llegó a la cima de la gloria en Europa, un tiempo que más de uno recuerda nostálgico, ya que en el Viejo Continente hay una seria crisis de vocaciones, que se agrava con la cada vez mayor cantidad de monasterios que se ven obligados a cerrar.
En este complicado contexto para la Iglesia Católica, el reciente anuncio de un plan de reconstrucción de 4 millones de euros (4,5 millones de dólares aproximadamente) para este antiguo priorato de Fontevrist, situado en un pobre y pequeño pueblo de Francia, ha sido recibido como un regalo de la divina Providencia. El monumento del siglo XII, que alberga una comunidad de monjas cistercienses desde 1949, estaba en muy mal estado cuando ellas decidieron restaurarlo.
Este trabajo se inició al final de la cuarentena del coronavirus e incluye la reconstrucción de un gran establo para acoger ganado para Navidad así como un taller para el procesamiento de quesos, mermeladas, patés y harina.
La meta es la reproducción de una antigua granja monástica, lo que permitiría a las monjas ocuparse de toda la cadena de producción, usando los recursos en su propiedad de 45 hectáreas donde habrá árboles frutales, vacas y cerdos, entre otros.
El ambicioso proyecto, al que han llamado "Granja 21", hace parte de la vasta actividad de la comunidad de Boulaur, que cuenta actualmente con 27 miembros (habrá 31 en septiembre), con un promedio de cinco nuevas postulantes cada año. La edad promedio de las religiosas es de 45 años.