MELBOURNE,
El Cardenal George Pell, Prefecto Emérito de la Secretaría para la Economía del Vaticano, absuelto de varias acusaciones de abuso sexual en Australia, decidió contar su experiencia en una cárcel de Australia donde estuvo encarcelado desde diciembre de 2018 hasta que fue liberado en abril de 2020.
"Aquí hay mucha bondad en las cárceles. A veces, estoy seguro, las cárceles pueden ser un infierno en la tierra. Tuve la suerte de mantenerme a salvo y ser tratado bien. Me impresionó la profesionalidad de los guardianes, la fe de los prisioneros y la existencia de un sentido moral incluso en los lugares más oscuros", contó el Purpurado en una columna de opinión publicada recientemente por First Things.
El Cardenal Pell contó que estuvo en un régimen de aislamiento durante 13 meses, 10 en la prisión de evaluación de Melbourne y 3 en la prisión de Barwon. Luego de una larga batalla legal fue absuelto de todos los cargos en abril de este año.
"En Melbourne, el uniforme de la prisión era un chándal verde, pero en Barwon me dieron los colores rojos brillantes de un cardenal. Me habían condenado en diciembre de 2018 por delitos sexuales históricos contra niños, a pesar de mi inocencia y a pesar de la incoherencia del caso presentado por el Fiscal de la Corona en mi contra. Finalmente (en abril de este año) la Corte Suprema Australia anuló mis condenas en un fallo unánime. Mientras tanto, cumplía mi sentencia de seis años", relató el Purpurado.
En Melbourne, el Cardenal vivía en la celda 11, unidad 8, en el quinto piso, y según relata, su celda tenía siete u ocho metros de largo y unos dos metros de ancho: "lo suficiente para mi cama, que tenía una base firme, un colchón no demasiado grueso y dos mantas", dijo.
En su celda, "a la izquierda, al entrar, había estantes bajos con hervidor de agua, televisión y espacio para comer. Al otro lado del estrecho pasillo había una cuenca con agua fría y caliente y un hueco para la ducha con buena agua caliente. A diferencia de muchos hoteles elegantes, había una lámpara de lectura eficiente en la pared sobre la cama. Como mis rodillas habían sido reemplazadas un par de meses antes de ingresar a la prisión, inicialmente usé un bastón y me dieron una silla más alta en el hospital, lo cual fue una bendición", describió el Cardenal Pell.