VATICANO,
El Papa Francisco señaló que "el encuentro personal con el Señor, tiempo de gracia y de salvación, lleva a la misión" y rezó a la "Virgen María, Solacium migrantium (Ayuda de los migrantes)" para que "nos haga descubrir el rostro de su Hijo en todos los hermanos y las hermanas obligados a huir de su tierra por tantas injusticias que aún afligen a nuestro mundo".
Así lo indicó el Santo Padre al presidir este 8 de julio una Misa privada en la capilla de la Casa Santa Marta a la que asistieron el personal de la sección Migrantes y refugiados del Vaticano con ocasión del séptimo aniversario de su viaje a Lampedusa, primer viaje apostólico fuera de Roma de su Pontificado.
En su homilía, el Papa Francisco comentó las lecturas de la liturgia del día y destacó en primer lugar el Salmo responsorial que "nos invita a una búsqueda constante del rostro del Señor: 'Busquen continuamente el rostro del Señor. Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro' (Sal 104)".
"Esta búsqueda constituye una actitud fundamental en la vida del creyente, que ha entendido que el objetivo final de la existencia es el encuentro con Dios", señaló el Papa quien explicó que "la búsqueda del rostro de Dios es una garantía del éxito de nuestro viaje en este mundo, que es un éxodo hacia la verdadera Tierra prometida, la Patria celestial" porque "el rostro de Dios es nuestra meta y también es nuestra estrella polar, que nos permite no perder el camino".
Luego, el Pontífice se detuvo brevemente en la primera lectura del profeta Oseas al capítulo 10 que describe cuando el pueblo de Israel en un momento "era un pueblo extraviado, que había perdido de vista la Tierra prometida y deambulaba por el desierto de la iniquidad. La prosperidad y la riqueza abundante habían alejado del Señor el corazón de los israelitas y lo habían llenado de falsedad e injusticia. Se trata de un pecado del cual nosotros, cristianos de hoy, tampoco estamos exentos".
En esta línea, el Santo Padre citó la homilía que pronunció en su viaje a Lampedusa el 8 de julio de 2013 en que advirtió sobre la cultura del bienestar y denunció la globalización de la indiferencia: "la cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bonitas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros, o mejor, lleva a la globalización de la indiferencia'