Una congregación religiosa femenina celebró sus cien años de presencia en América con gozo desde la "interioridad" en medio del confinamiento por COVID-19, y descubrieron que el Señor les pedía "despertar" para renovar su misión y apostolado en la educación de los jóvenes.
La Congregación de las Hermanas de la Madre del Divino Pastor nació el 27 de mayo de 1850, fundada por el español beato capuchino P. José Tous y Soler y un grupo de jóvenes que se unieron a él y cuyo carisma se centró en la educación de jóvenes y niños.
"Desde un inicio él [P. Tous] se dedicó mucho a que las hermanas se encargaran de salvar almas a través de la educación, no tanto en conocimiento científicos, sino espiritual", dijo a ACI Prensa la hermana Victoria Hernández, religiosa de 58 años de edad y 37 años de vida religiosa.
La hermana Victoria relató que gracias a que el Papa Pío X nombró como primer obispo en Nicaragua a un sacerdote capuchino, en 1915 se inició la gestión para la llegada de las primeras religiosas de la congregación a América. Así, el 23 de mayo de 1920, luego de un año y medio de viaje, llegaron 11 hermanas que "con temor y temblor dijeron: ´Sí, vamos a América… vamos allí donde Dios nos quiere´", relató la hermana Victoria.
Las religiosas llegaron a Nicaragua en un contexto de conflictos políticos, revoluciones, vicios y, en general, una pobreza espiritual, moral y material "muy fuerte". Se establecieron en el colegio parroquial de la Catedral de Nuestra Señora del Rosario, ubicada en Bluefields, actualmente diócesis y sede central de la congregación.
Desde allí, se encargaron de dirigir la escuela, que si bien fue fundada para educar solo varones, lograron incidir en la mentalidad de la época y convencer a los padres de educar a sus hijas. Así, con esfuerzo, lograron abrir un colegio con 86 niñas que a los dos días, llegaron a ser 100 y cerraron la matrícula de ese año con 160 niñas.