17 de noviembre de 2024 Donar
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Sacerdote sobre manifestaciones por George Floyd: “Como cristiano, protesto de rodillas”

Protestas por muerte de George Floyd en Washington DC / Crédito: Rosa Pineda - Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)

A través de una columna de opinión, un sacerdote católico de Massachusetts (Estados Unidos) reflexionó sobre la violencia en medio de las manifestaciones por la muerte del ciudadano afroamericano George Floyd, y aseguró que, como cristiano, él protesta de rodillas.

El P. Roger Landry, de la Diócesis de Fall River, contó en el National Catholic Register que el día 4 de junio de 2020, mientras regresaba de celebrar la Misa matutina a una congregación de religiosas en el centro de Manhattan (Nueva York), un trabajador de la construcción afroamericano le preguntó: "¿Se dirige a protestar, padre?".

El P. Roger le respondió con una sonrisa: "Bueno, como cristiano, protesto de rodillas".

"Nuestra primera protesta contra el mal no es caer de rodillas, como los jugadores de fútbol, ​​sino arrodillarse en oración, clamando a Dios por el perdón por el mal del racismo, por el malvado asesinato de George Floyd y otras víctimas, por el siniestro alboroto de destrucción y saqueo que ha dañado a muchos negocios y ha llevado a la mayoría de los demás a tener que cerrar sus ventanas. Nos arrodillamos y le suplicamos a Dios que nos ayude a luchar y reparar estos males", le explicó el sacerdote.

Más adelante, el padre le preguntó si le gustaría "marchar" con él en dirección a la iglesia y "protestar junto ante el Señor".

Debido a que el hombre debía trabajar, el P. Roger le dijo que "marcharía por los dos".

El sacerdote de Fall River explicó que el término protestar significa según sus raíces latinas, "dar testimonio" (testari) "en nombre de" o "en frente de" (pro) otros.

"He ido regularmente ante el Señor en reparación por el asesinato indefendible de George Floyd; por la historia de injusticia racial que los negros han sufrido en los Estados Unidos desde el mal de la esclavitud; por los policías que se han corrompido y por los que atacan a los buenos por los malos; por las décadas de respuestas inadecuadas, el tokenismo y la explotación política", agregó.

Asimismo, asegura haberse arrodillado en oración innumerables veces por el "mal que he visto en la ciudad de Nueva York, por aquellos que usan las protestas como una cobertura para la destrucción anárquica, el crimen organizado y el robo descarado".

El presbítero cuenta que el lunes 8 de junio, luego de pasar caminando por Chinatown y Little Italy, encontró que a través de Mulberry Street hacia Bleeker, había "miles de pequeños fragmentos de vidrio". 

"Al acercarme pude ver que todas las ventanas de la tienda estaban rotas. Al doblar la esquina hacia la calle Lafayette, vi que muchos establecimientos se habían encontrado con el mismo destino, los automóviles en la carretera tenían roto sus parabrisas y ventanas, y había graffiti por todas partes. Vi a atónitos dueños de tiendas tratando de contenerse, trabajadores de la construcción sudorosos colocando tablas para cubrir las ventanas y gente fregando las paredes para limpiar las pintas", contó.

El sacerdote lamentaba que a medida que avanzaba cada una o dos cuadras, había una tienda afectada por la "destrucción, el saqueo o el graffiti" y decenas de autos dañados. 

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"Esto continuó la mayor parte de mi camino a casa, incluido un ataque en las puertas y escaparates de una tienda de anteojos a pocas cuadras de casa. Y esas ni siquiera eran las peores secciones, donde se habían incendiado automóviles y edificios", continuó.

El día jueves, sucedió lo mismo cuando atravesó la ciudad hacia el oeste para dar confesiones y Misa a las 6:00 a.m. Vio a muchos trabajadores de construcción cortando madera contrachapada y martillándola en ventanas y puertas como protección.

"Todas las tiendas icónicas de Nueva York, estudios de medios nacionales, restaurantes, bancos, hoteles, museos, y básicamente todo lo demás que no estaba hecho de piedra, estaban siendo tapiadas. Esto fue el resultado de una falta de confianza en la buena voluntad de los manifestantes y en el liderazgo de Nueva York para proteger a los ciudadanos y las empresas de la ciudad, sin mencionar el incumplimiento de su toque de queda o las regulaciones más básicas de distanciamiento social COVID-19", escribió.

Luego, agregó que "si bien se han producido trastornos similares en Minneapolis, Washington, Los Ángeles y otras ciudades importantes", había "algo particularmente doloroso al ver que sucede aquí en Nueva York, un símbolo de la resistencia estadounidense después del 11 de septiembre".

"La mayoría de los residentes y propietarios de tiendas habían entendido que si, después de meses de distanciamiento social forzado con mensajes apocalípticos sobre cuán mortal era COVID-19, los líderes estatales y municipales permitían que multitudes de miles de personas se reunieran para marchar, reunirse y llorar, entonces simplemente no toman en serio el cumplimiento de las leyes y las órdenes ejecutivas. Aquellos que desean aprovechar la ilegalidad también estaban prestando atención".

El sacerdote comenta que algunas personas "argumentaron que la importancia de la causa justificaba tal excepción".

"La causa es indiscutiblemente importante", dijo, pero lamentó que "cuando las autoridades clausuraron los funerales judíos con 50 personas en las calles y fingieron que los católicos violarían el amor al prójimo si 10 personas estuvieran en Misa al otro lado de una vasta catedral, pero permiten que miles de personas se aglutinen por cualquier otro motivo, eso comunica que hay un conjunto de reglas para los manifestantes y otro para todos los demás".

El P. Roger tiene la seguridad de que "la lucha contra la desigualdad nunca será ganada por otras formas de desigualdad" y que "la injusticia ante la ley nunca será rectificada por otras formas de injusticia". 

Finalmente, dijo que los católicos deberían estar en la primera línea de la lucha por la justicia, pero recordando dos puntos esenciales. El primero es que los manifestantes deben comenzar "protestando devotamente ante Dios" a través de la oración.

"Y cuando salen a la calle, deben dirigirse hacia Aquel que nunca deja de decir: 'Sígueme'. Cristo nos pide perpetuamente que marchemos con Él, y la peregrinación de la Iglesia a tiempo es una marcha por el amor y contra el pecado. Las marchas guiadas por diferentes principios o diferentes destinos no brindarán la justicia y la paz que buscan", concluyó el P. Roger.

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