VATICANO,
En la noche del 13 de mayo de 1799, el monasterio cisterciense de Casamari (Italia), fue escenario del asesinato de cinco religiosos por parte de revolucionarios franceses que trataban de crear en el antiguo Reino de Nápoles una república satélite de la República Francesa. Un sexto monje de la comunidad fue asesinado tres días después.
El martirio de estos seis religiosos, P. Simeon Cardon, P. Domenico Zawrel, Fr. Maturino Pitri, Fr. Albertino Maisonade, Fr. Modesto Burgen y Fr. Zosimo Brambat, acaba de ser reconocido por el Papa Francisco, por lo que serán beatificados.
En el contexto de la revolución francesa, la recién instaurada República Francesa intentó instaurar un régimen aliado en el Reino de Nápoles, que ocupaba el centro y la mitad sur de la actual Italia, donde reinaba la Casa de Borbón.
Sin embargo, la intentona fracasó y los revolucionarios huyeron de forma desorganizada hacia el norte, presionados por las tropas borbónicas y sus aliados ingleses. En la huida saquearon varias localidades italianas, asesinando a muchos lugareños y se ensañaron con el clero y con las propiedades eclesiásticas.
Después de saquear y profanar el monasterio de Montecassino, los revolucionarios franceses llegaron a la localidad de Isola del Liri, donde el 12 de mayo de 1799 asesinaron a más de quinientas personas que se habían refugiado en el interior de la iglesia de San Lorenzo Mártir.
Al día siguiente, los revolucionarios llegaron a la abadía de Casamari con la intención de saquearla y llevarse el botín. Cuando llegaron, algunos de los monjes huyeron, pero seis de ellos se quedaron para proteger la Eucaristía.