Los maestros del Servicio Jesuita para los Refugiados (SJR) están adoptando medidas de seguridad para prevenir la propagación del virus en las comunidades locales.
Debido a la pandemia del coronavirus, las escuelas en muchos países permanecen cerradas para contener su expansión. Por ello, las escuelas en El Chad, considerada la quinta nación más grande de África, han estado cerradas desde el 19 de marzo, una medida que ha traído nuevos desafíos a los más de 102 mil estudiantes refugiados en todo el país y a sus maestros.
En El Chad viven más de 150 mil desplazados internos y más de 450 mil refugiados que huyeron de los conflictos en Sudán, la República Centroafricana, Nigeria, entre otros países.
Lamentablemente, los campamentos donde habitan están afectados por la misma pobreza e inseguridad alimentaria que afrontan la mayoría de residentes del país. Se calcula que el ochenta por ciento de las personas que habitan en El Chad se encuentran debajo del umbral de pobreza y la mayoría experimenta inseguridad alimentaria crónica.
El Servicio Jesuita para los Refugiados (SJR), desde 1980 se centra en "acompañar, servir y defender en nombre de los refugiados y otras personas desplazadas por la fuerza, para que puedan sanar, aprender y determinar su propio futuro". Actualmente, lidera programas en 56 países de todo el mundo, y dirige siete campamentos de refugiados en El Chad.
Como las escuelas en los campamentos de refugiados de El Chad a menudo sirven como espacios de seguridad, reconciliación y conciencia comunitaria, con el cierre de los colegios "los niños son más vulnerables a la violencia doméstica, sexual y de género, así como a la explotación", afirmó el SJR.