Daniele Piccini asistió el domingo 10 de mayo a la Misa en la Catedral de Limburgo (Alemania), ahora relata cómo se realiza la celebración y explica las medidas de seguridad para evitar el contagio del coronavirus en este importante templo.
En Alemania, un reducido número de fieles ya ha podido ir a Misa dos domingos, luego de una cuarentena de casi dos meses, tiempo en el que los católicos participaron virtualmente en la Eucaristía.
En el caso de la Catedral de Limburgo, los fieles deben ubicarse a dos metros uno del otro. Por eso, el aforo habitual de 450 personas se ha reducido a 77. Los que desean asistir deben llamar por teléfono durante la semana para reservar su lugar.
En el atrio, un joven identificado como Julian Simon identifica a los fieles inscritos y los acompaña al interior de la catedral, a la que todos deben ingresar con mascarilla y desinfectarse las manos con el gel del dispensador que está ubicado en la puerta.
"La mascarilla es obligatoria al entrar y al finalizar la Misa. No hace falta usarla durante la celebración. Hemos hecho que algunas bancas no se puedan usar para que entre los fieles haya una banca vacía. Así, cuando el fiel se arrodilla no se acerca a la espalda de otro, como sería lo usual", explica Simon.
"Solo las familias pueden sentarse juntas", prosigue, y comenta que los fieles siguen con agrado las instrucciones.