El P. Ignacio-María Doñoro es un capellán militar español que desde el 2002 lucha contra diversas formas de vulneración de los derechos de los menores, especialmente en América Latina; actualmente trabaja en la selva peruana, pero una de sus primeras experiencias fue en El Salvador, donde enfrentó el tráfico de órganos.
El P. Doñoro, estando en El Salvador como comisionado de un proyecto de ayuda humanitaria, se enteró de que unos padres habían pactado vender a su hijo, que tenía medio cuerpo paralizado, a unos traficantes de órganos.
"Cuando me enteré de aquello, decidí hacerme pasar por un traficante de órganos, enterarme de cuánto iban a cobrar los padres, y pagar yo más. La sorpresa fue que a esos padres les habían ofrecido 25 dólares a cambio de la vida de Manuel… Llegué al sitio donde estaba el niño, pagué 26 dólares a sus padres -un dólar más de los que otros les habían ofrecido-y salí corriendo con Manuel. Lo llevé a una clínica, donde el médico me dijo que esa enfermedad no tenía tanta importancia, que era un problema corriente allí, y que en una semana el niño se curaría", explicó a ACI Prensa.
Vendido por sus padres por 25 dólares
Cuando lo llevó al médico para que le hiciera un reconocimiento, Manuel no creía que lo hubieran salvado, y "por más que le insistía en que era sacerdote y le repetía muchas veces que yo iba a dar mi vida por él". El P. Doñoro dijo que no repetía esta frase "porque él me escuchara, sino para darme cuenta de que yo tenía el deber moral de dar mi vida por ese niño, porque en él estaba Jesús".
"Me miró de una manera que traspasaba todo, con una mirada tan profunda, tan llena de amor y de agradecimiento, que me di cuenta de que no se trataba de la vida de Manuel, sino del propio Jesús que, aterrado, había aceptado que le mataran para descuartizarlo", recuerda, y fue entonces cuando el P. Ignacio María comprendió que "detrás de Manuel había otros muchos 'manueles', otros muchos niños a quienes, posiblemente debido a situaciones desesperadas, sus propias familias los habían vendido para tráficos de órganos. Porque si los traficantes habían ido a por un niño, lógicamente debía haber más…".