Tone Planinsek, un católico que ha sufrido muchos años por su discapacidad física cuenta su historia, que muestra que todas las personas tienen una misión especial, y la discapacidad no es un impedimento para vivir la fe y luchar por la santidad.
En una entrevista a Vatican News, Tone Planinšek señaló que el nació en una familia campesina, como un niño sano, el primero de siete hermanos.
"No tenía ni un año cuando notaron que mi espalda empezó a curvarse como resultado del raquitismo. Así que hasta el comienzo de la escuela primaria (en aquel entonces en Eslovenia la escuela comenzaba a la edad de 7 años y duraba 8 años) recorrí muchos hospitales", resaltó.
Luego de sus estudios básicos, se convirtió en sastre y luchó por años para conseguir trabajo por su baja estatura, 130 centímetros. Al retirarse por frecuentes problemas de salud, decide unirse a la Fraternidad Cristiana Intercontinental de Enfermos Crónicos y Discapacitados Físicos (Frater) y apoyar como miembro en el consejo pastoral de su parroquia, siendo a veces animador de las confirmaciones.
Planinsek señaló que su fe comenzó a crecer con las lecturas espirituales, los catecismos para jóvenes, y llegó a conocer el significado de la fe en la vida durante el tiempo que estuvo en la escuela profesional en el Instituto de Formación.
"No podíamos ir a misa, sólo en secreto. Durante este tiempo pude haber renunciado a la fe, pero la abracé aún más fuertemente. Así empecé a preguntarme sobre el sentido del sufriendo", comentó.