VATICANO,
El Papa Francisco presidió este 25 de enero el tradicional rezo de las Vísperas en la Basílica de San Pablo extramuros de Roma con motivo de la fiesta de la Conversión de San Pablo y de la conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en la que pidió que "juntos, sin cansarnos nunca, sigamos orando para invocar de parte de Dios el don de la plena unidad entre nosotros".
Al inicio de la celebración, el Santo Padre rezó en silencio ante la tumba de San Pablo acompañado por el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Cardenal Kurt Koch y de dos representantes de otras confesiones cristianas: el metropolitano ortodoxo Gennadios del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y el obispo anglicano Ian Ernest, representante personal del arzobispo de Canterbury ante la Santa Sede.
Tras la oración de las Vísperas entonadas por un coro de monjes Benedictinos y por el coro de la Capilla Sixtina, el Pontífice pronunció su homilía basada en el pasaje del Libro de los Hechos de los Apóstoles que relataba el viaje en nave de San Pablo prisionero hacia Roma.
El Santo Padre señaló que "a bordo del barco que lleva a Paolo prisionero a Roma hay tres grupos diferentes. El más poderoso está formado por soldados, sometidos al centurión. Luego están los marineros, de los cuales, naturalmente, todos los navegantes dependen durante el largo viaje. Finalmente, están los más débiles y vulnerables: los prisioneros".
"Esta narración de los Hechos de los Apóstoles habla también a nuestro viaje ecuménico, dirigido hacia aquella unidad que Dios desea ardientemente", explicó el Papa quien destacó tres enseñanzas.
En primer lugar, el Pontífice destacó que "aquellos que son débiles y vulnerables, aquellos que tienen materialmente poco que ofrecer, pero que fundan en Dios su riqueza, pueden dar mensajes preciosos para el bien de todos".