"Hablo para que en todas partes de la Iglesia, en un espíritu de verdadera sinodalidad, calma, devota reflexión sobre la realidad del sacramento de los Órdenes Sagrados, pueda comenzar y ser renovado".
El Cardenal llamó al celibato sacerdotal "la expresión de la intención de ponerse a disposición del Señor y de los hombres y mujeres", y agregó que "el celibato sacerdotal, lejos de ser simplemente una disciplina ascética, es necesario para la identidad de la Iglesia. "
La ordenación de hombres casados crearía una "catástrofe pastoral", arriesgando la comprensión de la Iglesia sobre el sacerdocio y sobre sí misma, advirtió el Cardenal Sarah. "Si reducimos el celibato sacerdotal a una cuestión de disciplina, de adaptación a las costumbres y culturas, aislamos el sacerdocio desde su fundación".
"Esta entrega total de sí mismo en Cristo es la condición para un don total de sí mismo a todos los hombres y mujeres", dijo. "El que no se ha entregado totalmente a Dios no se da perfectamente a sus hermanos".
Si bien existen algunas excepciones, como cuando algunos pastores protestantes casados se vuelven católicos y pueden ser ordenados sacerdotes, la escasez de sacerdotes en áreas aisladas no es una excepción, dijo. Indicó que ordenar hombres casados en estas comunidades "les impediría dar lugar a vocaciones sacerdotales de sacerdotes célibes", lo que crearía "un estado permanente en detrimento de la correcta comprensión del sacerdocio".
El Cardenal Sarah cuestionó si el llamado para ordenar sacerdotes casados entre "poblaciones aisladas y pobremente evangelizadas" tiene la intención de "evitar que descubran la plenitud del sacerdocio cristiano".
El Cardenal dijo que se ha reunido con comunidades aisladas que estuvieron viviendo la fe a través de la oración y las escrituras sin el apoyo de sacerdotes y sacramentos, similar a la situación que enfrentan algunas comunidades en la Amazonía. El Purpurado recordó su "alegría inimaginable" de poder participar en una celebración de la Misa.
"Permítanme declarar fuertemente y con certeza: creo que si ellos hubieran ordenado hombres casados en cada pueblo, habrían extinguido el hambre Eucarístico de los fieles", dijo. Advirtió que ordenando hombres casados evitaría que las Iglesias jóvenes tengan la experiencia de verse a sí mismas como la Novia de Cristo y encontrarse con Cristo como Novio a través del encuentro radical de un sacerdote célibe.
El Cardenal Sarah agregó que no sería sacerdote hoy si durante su juventud no se hubiera encontrado con sacerdotes misioneros célibes, porque fue la naturaleza radical de sus vidas lo que lo impactó.
El Cardenal también argumentó que "[el] clero casado oriental está en crisis", señalando los comentarios de algunos miembros de estas Iglesias, que indican la tensión entre los estados sacerdotales y casados, así como el problema del divorcio por parte de los sacerdotes.
También rechazó los llamados a la ordenación femenina, al tiempo que alentó un estudio más profundo del "carisma femenino", a fin de reconocer adecuadamente el papel y las contribuciones de las mujeres en la Iglesia.
Al concluir su trabajo, Benedicto XVI y el Cardenal Sarah alentaron la discusión sobre el celibato en la Iglesia para que se lleve a cabo con una comprensión adecuada de la naturaleza del sacerdocio.
"Es urgente y necesario que todos, obispos, sacerdotes y laicos, dejen de intimidarse ante las súplicas equivocadas, las producciones teatrales, las mentiras diabólicas y los errores de moda que intentan sofocar el celibato sacerdotal", expresó.
Ellos pidieron que se examinara el celibato sacerdotal a través de una "fresca mirada con los ojos de la fe".
"Esta fresca mirada será la mejor muralla contra el espíritu de división, contra el espíritu de los políticos, pero también contra el espíritu de indiferencia y relativismo", afirmaron.
Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en CNA.
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