Francisco pidió aplicar "soluciones posibles" y "denunciar y perseguir a los traficantes que explotan y maltratan a los migrantes, sin temor a revelar connivencias y complicidades con las instituciones".
La instalación de la cruz en el Palacio Apostólico, que pretende recordar a los migrantes y refugiados que arriesgan su vida en el mar para llegar a Europa, se produjo después de la audiencia que el Pontífice concedió a un grupo de refugiados llegados recientemente a Italia desde Lesbos gracias a los corredores humanitarios impulsados por la Limosnería Apostólica con el Ministerio Italiano del Interior.
"Este es el segundo chaleco salvavidas que recibo como regalo. El primero me lo dio hace unos años un grupo de socorristas. Pertenecía una niña que se ahogó en el Mediterráneo. Se lo di a los dos subsecretarios de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral. Les dije: '¡Esta es vuestra misión!'", explicó el Santo Padre.
Además, señaló que con este gesto "quería subrayar el compromiso ineludible de la Iglesia de salvar la vida de los migrantes, para que después puedan ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados".
"Este segundo chaleco, entregado por otro grupo de socorristas hace apenas unos días, pertenecía a un migrante que desapareció en el mar el pasado mes de julio. Nadie sabe quién era ni de dónde venía. Sólo se sabe que su chaleco se encontró a la deriva en el Mediterráneo central el 3 de julio de 2019, en determinadas coordenadas geográficas. Nos enfrentamos a otra muerte causada por la injusticia".
El Papa insistió en que "es la injusticia la que obliga a muchos migrantes a abandonar sus tierras. Es la injusticia la que les obliga a cruzar los desiertos y a sufrir abusos y torturas en los campos de detención. Es la injusticia la los rechaza y los hace morir en el mar".