Al cumplir 20 años de apoyo ininterrumpido a las madres, padres y familias que sufren el dolor por la pérdida de un hijo a causa del aborto, el Proyecto Esperanza en Chile hizo un positivo balance del trabajo realizado y la proyección para los próximos años.
El Proyecto Esperanza nació en 1999, inspirado en el Proyecto Raquel, para acompañar la sanación espiritual y emocional de mujeres y varones que sufren las secuelas postaborto, es decir, ayuda a facilitar el encuentro de la madre o el padre con ese hijo que fue abortado.
La meta consiste en ayudar a trabajar el dolor para alcanzar el perdón y la paz, proceso que se logra con la ayuda de profesionales capacitados a través de la acogida, comprensión y confidencialidad.
Luego de 20 años de trabajo una de las líderes del proyecto, Elizabeth Bunster agradeció "a Dios la posibilidad de poder extender este apostolado de la misericordia", hasta el momento, en 11 diócesis en Chile, cinco zonas de Santiago y en 14 países de América Latina.
Proyecto Esperanza ha realizado unas 2400 atenciones presenciales y vía internet. Asimismo se han derivado unos 560 casos en 15 años, siendo Perú, México y Colombia los países que más solicitan ayuda.
El Proyecto Esperanza ha sido incorporado "en los lineamientos pastorales desde el 2009 en el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), lo que nos ha permitido trabajar con la pastoral familiar de las diversas conferencias episcopales, bajo el alero de cada obispo", precisó Bunster