VATICANO,
El Papa Francisco hizo balance este miércoles 27 de noviembre, durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro, de su reciente viaje apostólico a Tailandia y a Japón, que finalizó ayer.
El Pontífice comenzó explicando que "Tailandia es un antiguo reino que se ha modernizado fuertemente. Al reunirme con el Rey, el primer ministro y otras autoridades, he homenajeado a la rica tradición espiritual y cultural del pueblo Thai. Respaldé el compromiso por la armonía entre los diversos componentes de la nación, así como para que el desarrollo económico pueda avanzar en beneficio de todos y se sanen las plagas de la explotación, especialmente de las mujeres y de los menores".
Destacó también su acercamiento a los representantes budistas, religión oficial del país. "La religión budista forma parte integral de la historia y de la vida de este pueblo. Por ello, visité al Patriarca Supremo de los Budistas, prosiguiendo sobre el camino de la estima recíproca de mis predecesores, para que crezcan en el mundo la compasión y la fraternidad. En este sentido, fue muy significativo el encuentro ecuménico e interreligioso que tuvo lugar en la mayor universidad del país".
Sobre los católicos del país, explicó que "el testimonio de la Iglesia en Tailandia se ofrece también por medio de las obras de servicio a los enfermos y a los últimos. Entre ellos, destaca el Hospital Saint Louis, que visité animando al personal sanitario y hablando con algunos pacientes".
"Luego, dediqué momentos específicos a los sacerdotes y a las personas consagradas, a los obispos y también a los hermanos jesuitas. En Bangkok celebré la Misa con todo el pueblo de Dios en el Estadio Nacional y, luego, con los jóvenes en la Catedral. Allí experimentamos que en la nueva familia formada por Jesucristo hay también rostros y voces del pueblo Thai".
En cuanto a la segunda etapa del viaje, desarrollada en Japón, comenzó destacando cómo "a mi llegada a la nunciatura de Tokio fue acogido por los Obispos del país, con los cuales hemos compartido de inmediato el desafío de ser pastores de una iglesia muy pequeña, pero portadora del agua viva, el Evangelio de Jesús".